Claves contra el estrés del viajero

Es increíble pensar que el período de vacaciones, durante el cual debiéramos estar relajados y dispuestos al disfrute, llegue…

Claves contra el estrés del viajero

Es increíble pensar que el período de vacaciones, durante el cual debiéramos estar relajados y dispuestos al disfrute, llegue…

Claves contra el estrés del viajero

Es increíble pensar que el período de vacaciones, durante el cual  debiéramos estar relajados y dispuestos al disfrute, llegue…

Es increíble pensar que el período de vacaciones, durante el cual debiéramos estar relajados y dispuestos al disfrute, llegue a convertirse en una situación donde el estrés y los nervios nos jueguen una mala pasada. Y es que a veces los preparativos del viaje, la convivencia con la familia y el estar fuera de casa, que era lo que se deseaba, puede llegar a producirnos intraquilidad.

Hemos escuchado muchas veces que se regresa más cansado después de este período. En este hecho pueden influir varios factores; los últimos días de trabajo con la obligación de terminar con todas las tareas pendientes llevan a un estado de tensión, y una vez que comenzamos a preparar el viaje debemos tener en cuenta lo que se necesita llevar, la cuestión económica en el sentido de cuánto dinero tendremos disponible, dejar la casa asegurada, y pequeñeces que se hacen enormes como quién dará de comer a nuestros animales si los tenemos, avisando a familiares o vecinos de nuestra partida.

Entonces, llegamos al lugar, nos instalamos, cambiamos la alimentación, los horarios se alteran, la, su rutina; y lo que se ansiaba se vuelve en contra dejándonos en una situación incómoda.

Se denomina Síndrome de Stendhal al estrés del viajero que quiere conocer,sin perder un día, la mayor cantidad de museos, monumentos, atracciones sin dejar tiempo para el descanso.

De acuerdo con la sicóloga Aracelis Grullón, si la salida está mal planificada, la experiencia de cualquier viaje podría ser aún más agotadora que la vida rutinaria. Explica que la mayoría de las familias no están acostumbradas a pasar muchas horas del día juntos y si bien las vacaciones son momentos especiales para disfrutar en familia, los conflictos que se padecen durante el año pasan de largo y pueden realmente volverse irritantes en la convivencia de todo el día.

Una vez en el lugar de destino, los principales problemas suelen ser los trastornos alimenticios y del sueño, además de la adaptación al clima y los nuevos horarios que se adquieren. ¿Entonces, pareciera que es mejor quedarse en casa? No tiene porqué ser así, porque el cuerpo y la mente necesitan de estos cambios para enfrentar la nueva etapa laboral con más bríos. Como en este y otros casos lo mejor es la prevención tema.

Grullón comenta que si bien hay ciertos factores que promueven especialmente el estrés, todo tiene relación directa con el tipo de personalidad de cada uno. Para algunos, las causas que producen este trastorno son internas, mientras que para otros son externas. De la misma forma, los especialistas afirman que no hay un tipo en especial de vacaciones “anti-estrés”, sino que todo guarda relación con la forma de ser de cada persona.

Ya en el lugar de destino…

Es recomendable evitar los tours agotadores y realizar paseos con calma disfrutando con tranquilidad, tomar un café vagando sin rumbo y sin presiones de horarios resulta mucho más sano que querer ver todos los museos en dos días. Otra sugerencia es alternar la comida preparada con platos caseros, lo cual será agradecido por su organismo. No traten de realizar todas las actividades en familia, cada cual que reserve un espacio para sí y no invadiendo las necesidades del otro, esto hará las vacaciones más placenteras y divertidas.

La gran diferencia entre un viaje estresado y un viaje placentero es la actitud interior que pueda adoptar ante las diferentes situaciones tan variables que se presentan. No se puede pretender que todo salga perfecto y que eso garantice la paz y el descanso. Recuerde regresar unos días antes de empezar a trabajar para que puede descansar y recuperar las energías. Puedes leer más en www.elcaribe.com.do

Posted in Sin categoría

Es increíble pensar que el período de vacaciones, durante el cual debiéramos estar relajados y dispuestos al disfrute, llegue a convertirse en una situación donde el estrés y los nervios nos jueguen una mala pasada. Y es que a veces los preparativos del viaje, la convivencia con la familia y el estar fuera de casa, que era lo que se deseaba, puede llegar a producirnos intraquilidad.

Hemos escuchado muchas veces que se regresa más cansado después de este período. En este hecho pueden influir varios factores; los últimos días de trabajo con la obligación de terminar con todas las tareas pendientes llevan a un estado de tensión, y una vez que comenzamos a preparar el viaje debemos tener en cuenta lo que se necesita llevar, la cuestión económica en el sentido de cuánto dinero tendremos disponible, dejar la casa asegurada, y pequeñeces que se hacen enormes como quién dará de comer a nuestros animales si los tenemos, avisando a familiares o vecinos de nuestra partida.

Entonces, llegamos al lugar, nos instalamos, cambiamos la alimentación, los horarios se alteran, la, su rutina; y lo que se ansiaba se vuelve en contra dejándonos en una situación incómoda.

Se denomina Síndrome de Stendhal al estrés del viajero que quiere conocer,sin perder un día, la mayor cantidad de museos, monumentos, atracciones sin dejar tiempo para el descanso.

De acuerdo con la sicóloga Aracelis Grullón, si la salida está mal planificada, la experiencia de cualquier viaje podría ser aún más agotadora que la vida rutinaria. Explica que la mayoría de las familias no están acostumbradas a pasar muchas horas del día juntos y si bien las vacaciones son momentos especiales para disfrutar en familia, los conflictos que se padecen durante el año pasan de largo y pueden realmente volverse irritantes en la convivencia de todo el día.

Una vez en el lugar de destino, los principales problemas suelen ser los trastornos alimenticios y del sueño, además de la adaptación al clima y los nuevos horarios que se adquieren. ¿Entonces, pareciera que es mejor quedarse en casa? No tiene porqué ser así, porque el cuerpo y la mente necesitan de estos cambios para enfrentar la nueva etapa laboral con más bríos. Como en este y otros casos lo mejor es la prevención tema.

Grullón comenta que si bien hay ciertos factores que promueven especialmente el estrés, todo tiene relación directa con el tipo de personalidad de cada uno. Para algunos, las causas que producen este trastorno son internas, mientras que para otros son externas. De la misma forma, los especialistas afirman que no hay un tipo en especial de vacaciones “anti-estrés”, sino que todo guarda relación con la forma de ser de cada persona.

Ya en el lugar de destino…

Es recomendable evitar los tours agotadores y realizar paseos con calma disfrutando con tranquilidad, tomar un café vagando sin rumbo y sin presiones de horarios resulta mucho más sano que querer ver todos los museos en dos días. Otra sugerencia es alternar la comida preparada con platos caseros, lo cual será agradecido por su organismo. No traten de realizar todas las actividades en familia, cada cual que reserve un espacio para sí y no invadiendo las necesidades del otro, esto hará las vacaciones más placenteras y divertidas.

La gran diferencia entre un viaje estresado y un viaje placentero es la actitud interior que pueda adoptar ante las diferentes situaciones tan variables que se presentan. No se puede pretender que todo salga perfecto y que eso garantice la paz y el descanso. Recuerde regresar unos días antes de empezar a trabajar para que puede descansar y recuperar las energías. Puedes leer más en www.elcaribe.com.do

Posted in Sin categoría

Es increíble pensar que el período de vacaciones, durante el cual  debiéramos estar relajados y dispuestos al disfrute, llegue a convertirse en una situación donde el estrés y los nervios nos jueguen una mala pasada.  Y es que a veces los preparativos del viaje, la convivencia con la familia y el estar fuera de casa, que era lo que  se deseaba,  puede llegar a producirnos intraquilidad.

Hemos escuchado muchas veces que se regresa  más cansado después de este período. En este hecho pueden influir varios factores;  los últimos días de trabajo con la obligación de terminar con todas las tareas pendientes llevan a un estado de tensión, y una vez que comenzamos a preparar el viaje debemos tener en cuenta lo que se necesita llevar, la cuestión económica en el sentido de cuánto dinero tendremos disponible, dejar la casa asegurada, y pequeñeces que se hacen enormes como quién dará de comer a nuestros animales si los tenemos, avisando a familiares o vecinos de nuestra partida.

Entonces, llegamos al lugar, nos instalamos, cambiamos la alimentación, los horarios se alteran, la, su rutina;  y lo que se ansiaba se vuelve en contra dejándonos en una situación incómoda.

Se denomina Síndrome de Stendhal al estrés del viajero que quiere conocer,sin perder un día, la mayor cantidad de museos, monumentos, atracciones sin dejar tiempo para el descanso.

De acuerdo con la sicóloga Aracelis Grullón, si la salida está mal planificada, la experiencia de cualquier viaje podría ser aún más agotadora que la vida rutinaria.  Explica que la mayoría de las familias no están acostumbradas a pasar muchas horas del día juntos y si bien las vacaciones son momentos especiales para disfrutar en familia, los conflictos que se padecen durante el año pasan de largo y pueden realmente volverse irritantes en la convivencia de todo el día.

Una vez en el lugar de destino, los principales problemas suelen ser los trastornos alimenticios y del sueño, además de la adaptación al clima y los nuevos horarios que se adquieren. ¿Entonces, pareciera que es mejor quedarse en casa? No tiene porqué ser así, porque el cuerpo y la mente necesitan de estos cambios para enfrentar la nueva etapa laboral con más bríos. Como en este y otros casos lo mejor es la prevención tema.
 
Grullón comenta que si bien hay ciertos factores que promueven especialmente el estrés, todo tiene relación directa con el tipo de personalidad de cada uno. Para algunos, las causas que producen este trastorno son internas, mientras que para otros son externas. De la misma forma, los especialistas afirman que no hay un tipo en especial de vacaciones “anti-estrés”, sino que todo guarda relación con la forma de ser de cada persona.

Ya en el lugar de destino…

Es recomendable evitar los tours agotadores y realizar paseos con calma disfrutando con tranquilidad, tomar un café vagando sin rumbo y sin presiones de horarios resulta  mucho más sano que querer ver todos los museos en dos días. Otra sugerencia es alternar la comida preparada con platos caseros, lo cual será agradecido por su organismo. No traten de realizar todas las actividades en familia, cada cual que reserve un espacio para sí y no invadiendo las necesidades del otro, esto hará las vacaciones más placenteras y divertidas.

La gran diferencia entre un viaje estresado y un viaje placentero es la actitud interior que pueda adoptar ante las diferentes situaciones tan variables que se presentan. No se puede pretender que todo salga perfecto y que eso garantice la paz y el descanso. Recuerde regresar unos días antes de empezar a trabajar para que puede descansar y recuperar las energías.

Deconectarse de todo es lo ideal

Durante esos merecidos días de vaciones, disfrutando de otro ambiente, lo ideal  es romper con las rutinas. La “gracia” es  justamente olvidar la rigidez de la cotidianidad. Resista la tentación de revisar el mail: una revisión de lo que está pasando en el lugar de partida podría echar  a perder el día o la tarde, o incluso las vacaciones completas. No piense en lo que viene, sino en disfrutar el presente: no tiene sentido preocuparse de la carga laboral que tendrá cuando regrese.

Disfrute los buenos momentos: tómese sus traguitos, duerma siesta y lea libros. Y cuando vuelva a casa, hágalo un viernes o sábado, para que el aterrizaje a la realidad no sea tan brusco.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas