En otro doloroso “lunes después”, amanecemos de nuevo inmersos en el balance de fallecimientos durante la Semana Santa.

El altisonante contraste de que en una nación mayoritariamente cristiana, la celebración de la Semana Mayor se salde con sucesos luctuosos, es consecuencia de la distorsión general que se hace del periodo, convertido en fiesta vacacional masiva, excesos incluidos.

Se separan del bullicio solamente personas forzadas por circunstancias particulares; en minoría las adscritas a motivaciones  de sincero recogimiento espiritual.

Somos una sociedad que reafirma que el reino de este mundo es del mercado, pues una Semana Santa “verdadera” es incongruente con la sociedad de consumo.

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