Vete con la cabeza en alto

Decir: ¡renuncio! tiene su discreto encanto. De hecho, la palabra lleva implícita una carga de poder, expectativas de cambio de panorama…

Decir: ¡renuncio! tiene su discreto encanto. De hecho, la palabra lleva implícita una carga de poder, expectativas de cambio de panorama y hasta crecimiento profesional. Pero antes de pronunciarla, conviene ser política y manejar ciertas reglas protocolares.

Decídete

¿Una situación difícil en la oficina te está empujando a dejarlo todo? ¿Quieres dar el próximo gran paso? ¿Te está estancando tu empleo? Aunque haya momentos en los que lo único que desearías es agarrar tu cartera y largarte, no te dejes llevar por tus impulsos. Si todavía amas tu trabajo y quieres permanecer muchos años más en él: serénate y explícale a tu jefe, con honestidad y diplomacia (aunque suene difícil conjugar ambas cosas), qué es lo que te está disgustando. Si eres una buena empleada, él mismo se encargará de resolver los problemas y llegar a un acuerdo. Sin embargo, si encontraste un mejor empleo o el que tienes ya no llena tus expectativas, lo mejor es irse por las buenas.

¿Eres de las que se pasan años estancadas en un trabajo que no las satisface por temor a lo desconocido o por simple lealtad a la empresa? Rectifica: Si tienes alma de triunfadora, en la escala de prioridades tus urgencias profesionales son más importantes que lo identificada que estés con un empleo que no te está dando lo que quieres.

Vence tu miedo al riesgo: cuando empieces a explorar el mercado, quizá te sorprenda tu propio valor. Pregúntate: ¿Estoy dispuesta a desprenderme del presente para aceptar el futuro? Analiza las recompensas y oportunidades que encontrarás en el cambio y no titubes con la decisión.

Habla con tu jefe

Evita que se corran rumores: antes de ir al departamento de recursos humanos o contarle tu decisión a una colega, es a tu jefe a quien le debes una explicación de tu partida. «Es inteligente tomar medidas para renunciar del modo correcto», dice Dana May Casperson, autora de Power Etiquette (Etiqueta del poder). Coméntale a tu superior que tu nuevo trabajo es una oportunidad que no puedes darte el lujo de rechazar. Al evitar enfocarte en lo que te falta en tu actual puesto, enfatizando en la nueva oportunidad, tu jefe no tomará a mal tu partida, mucho menos lo verá como algo personal. Pero si realmente odias tu trabajo y te marchas sin nada seguro, dile que te vas porque quieres tomarte un tiempo para poner en orden asuntos personales y que unas vacaciones te vendrían bien. No le ofrezcas mayores detalles aunque te mueras por gritarle lo feliz que estás de dejar de trabajar bajo su tutela.

Di dónde vas

Cuando renuncias lo más prudente es manejar el asunto con discreción, pero si conseguiste un mejor empleo, con un salario mayor y una posición envidiable, no te quedes callada. Eso les deja claro a todos que estás creciendo profesionalmente y que en el mercado laboral tú tienes un peso específico. Cuando todos se enteren que te escogieron a ti por tus cualidades laborales o por tus destrezas, empezarán a valorarte en otra dimensión y, quién sabe, tal vez recibas una contraoferta más generosa por parte de la empresa que dejas. El refrán de nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde también aplica en el mercado laboral.

Escribe una carta

Si finalmente te vas a desvincular profesionalmente de la empresa, comunica tu decisión por escrito. Redacta con mucho tacto la carta, porque conviene dejar un buen recuerdo profesional y también porque pudieras necesitar referencias positivas de la empresa y es seguro que no las conseguirás si te vas en malos términos. No es necesario que expliques con lujo de detalles los motivos de tu renuncia, pero puedes exponer las causas de forma general evitando que resulten acusatorias para la compañía o alguno de sus miembros. Tampoco olvides, por cuestiones legales, especificar la fecha exacta en que cesan tus servicios. Trata de ser clara y concisa: la carta no debe tener más de tres párrafos de cuatro líneas. Entrégale una a tu jefe y otra al departamento de recursos humanos. Quédate con una copia sellada y firmada como acuse de recibo.

Avisa con tiempo

Después que tomes la decisión de irte de la empresa, pon la renuncia unas dos semanas antes del tiempo que tienes promediado entrar al otro empleo. 14 días es el margen prudente para que la empresa busque un suplente para el puesto que dejas vacante. Después que des el preaviso a tu jefe y al departamento de personal, comunícaselo a tus colegas de la oficina para que estén al tanto del trabajo que falta por hacer. De esta forma partirás en buenos términos y con tu imagen profesional inmaculada.

Tiéndele la mano a tu relevo

Ábrele las puertas a tu sucesora: Ofrécele los detalles de su nuevo trabajo e incluso puedes detallarle por escrito los procedimientos de la oficina y los puntos básicos de su puesto. Hazle saber a tu jefa que la estás adiestrando con esmero para que «la nueva» pueda lucirse y todo fluya sin contratiempos en la oficina. Esa especial atención te sumará puntos no tan sólo con tu jefa, sino con la debutante.

Despídete de todos

Decirles adiós a tus colegas es una forma de demostrarles lo importantes que son para ti y lo agradecida que estás de haber compartido profesionalmente con ellos. Mucha gente ni siquiera se despide de sus colegas creyendo que van a volver a encontrarse muy pronto. No importa si mañana mismo vuelves a verlos, ya no van a trabajar más bajo el mismo techo y es normal que todos esperen que les te despidas personalmente.

Dales tu nuevo contacto

Crea puentes: entrégale una tarjetita con el nuevo teléfono y dirección de correo electrónico a todos aquellos que pudieran serte útiles en el futuro. También, déjale tu teléfono a tu suplente para que pueda llamarte si tienen alguna pregunta. Tus otros colegas te lo agradecerán, porque así no tendrán que contestar una avalancha de preguntas constantes que haga la novata.

Márchate agradecida

Darles una nota a tu jefa y a los colegas cercanos que más te han ayudado, te hará ganar muchos puntos y crearás alianzas que podrían servirte en el futuro. Escríbeles algo como: «Gracias por tu apoyo incondicional» o «Tus consejos me hicieron más eficiente». No te excedas en elogios, ni repitas a un colega la frase que le escribiste a otro. Eso hará que cada uno se sienta especial e importante en tu crecimiento profesional.

No seas emotiva

Evita las escenas melodramáticas en la oficina. Despedirte hecha un mar de lágrimas crea confusión: muchos podrían pensar que no estás muy feliz de irte y que quizá tu nuevo empleo no es tan bueno después de todo. Además, en un ambiente laboral las lágrimas se toman como un claro indicio de debilidad y falta de carácter. Recuerda: aunque te vas, la última impresión también cuenta.

Recoge discretamente

Cuando finalmente decidas marcharte, recoge tus cosas con discreción y sin hacer muchos alardes de tu partida. Lo más recomendable es ir llevándote poco a poco los artículos de tu propiedad, para que el último día no tengas que cargar con la emblemática cajita atestada de enseres personales. Deja el escritorio limpio y organizado. Si tienes archivos personales en la computadora, hazte una copia y borra los originales. Llévate tu lista de contactos porque en un futuro podrías necesitarla.

Préparate para lo inesperado

En caso de que sospeches que van a hacerte una fiestecita de despedida, ten preparadas unas breves palabras; nada formal, sólo dales las gracias por lo que compartiste y aprendiste de ellos. No olvides vestirte pulcra, pero no exageres: lleva algo moderno y alegre para que todos te recuerden así.

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