Pobrecito mi país

El domingo pasado veníamos un grupo de compañeros del periódico Trinchera Digital camino a la capital desde Santiago y toda la autopista era un verdadero jolgorio, en plenos carriles había una multitud de descerebrados fan&aacu

El domingo pasado veníamos un grupo de compañeros del periódico Trinchera Digital camino a la capital desde Santiago y toda la autopista era un verdadero jolgorio, en plenos carriles había una multitud de descerebrados fanáticos que con banderas hacían alarde como para ver quién era más bulloso, ruidoso y anárquico en medio de una pista por demás peligrosa hasta estando despejada. Pobre país, porque no tiene dolientes, solo intereses.
Mientras en Jima había un nutrido grupo de perredeístas agitandoles sus banderas en los cristales de vehículos que cruzaban por el lugar, al llegar a Villa Altagracia la llamada Duarte vieja era propiedad exclusiva de los abanderados morados, agolpados en medio del camino que se supone es de todos y con unos monstruosos camiones con bocinas gigantes dejando sordos a todos sin excluir a nadie  y obligando a todos los que entramos para saludar familiares o amigos a devolvernos como se pudo y retomar otro rumbo sin poder transitar por el municipio porque al parecer ese día era de la exclusiva propiedad de los morados oficialistas.

 Esa es la caricatura de sociedad que nos brindan estos nuevos abanderados de la política en República Dominicana.

Y algo peor, si usted, como es el caso del mortal que os escribe, se muestra contrario a esa práctica, de inmediato es acusado de todo lo que se pueda imaginar y desde las poltronas de sus puestos en caso de retener o de alcanzar el gobierno colocan un “persona no grata” como para demostrar no solo un rencor guardado contra quienes les hayan criticado, sino que también se adueñan de los carguitos que entonces manejan a su antojadiza discreción cuando son premiados por los tapones que hicieron en las vías públicas o por el ruido infernal desde sus discolights.

Lástima que todavía las masas se conforman con promesas y romo y a quienes pensamos distinto, nos mandan a la m…

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