Salvador, Gobierno e impopularidad

Recientemente la prensa nacional publicó el ardid utilizado por el director general de Rentas Internas, para comprobar la negligencia y maltrato que daban algunos empleados a los contribuyentes en esa oficina estatal.

Recientemente la prensa nacional publicó el ardid utilizado por el director general de Rentas Internas, para comprobar la negligencia y maltrato que daban algunos empleados a los contribuyentes en esa oficina estatal. Creemos que así  como hizo el Director General de Rentas Internas, debe hacer Salvador; si este toma un carro del transporte urbano puede comprobar directamente el bajo nivel de popularidad que tiene hoy su gobierno.

Creemos que si Salvador ocupa un vehículo de los que hacen servicio público, o se mueve a pie por las calles de la capital o de Santiago, con un sombrero y en cuerpo de camisa, o en forma tal que no pueda ser identificado por su propia persona y sí considerado como un ciudadano común y corriente, advertirá de inmediato que la popularidad de su gobierno está por el suelo.

Desde el gobierno presidido por el Profesor Juan Bosch, en el año 1963, no habíamos visto un gobierno con tanta popularidad como el que llegó al poder encabezado por Salvador en 1982. Pero esa popularidad que tenía el gobierno ha ido desapareciendo poco a poco, y ya hoy la impopularidad se observa por todas partes.

En charlas y conferencias que hemos dictado en campos y ciudades, a las que han asistido hombres y mujeres del pueblo, hemos podido observar que el disgusto contra el gobierno actual es profundo. Unos alegan insatisfacción porque no han visto satisfechas sus necesidades que van desde empleo hasta escuelas y caminos vecinales, otros se quejan de la crisis que afecta al país y que la sienten directamente por el alza constante de los artículos de primera necesidad.

El hombre de la calle dice: “Salvador es bueno y honrado, pero su gobierno es un desastre, él está mal acompañado, quienes están a su lado no le suman, por contrario, le restan popularidad”. “Con Salvador, dice el hombre de la calle, andan muchos que lo único que saben es figurear pero no aportan nada para el país, Salvador debe espantar esos pepillitos de su lado”. Nuestro pueblo no se equivoca. Es cierto, el gobierno que preside Salvador no tiene hoy la popularidad que tenía ayer, aunque el pueblo sigue viendo en Salvador a un hombre honrado.

Creemos que Salvador debe moverse, salir del círculo político que se está moviendo para que escuche de cerca el sentir de todo el pueblo. No creemos que con las audiencias populares que todas las semanas Salvador efectúa, pueda tomar el pulso de la popularidad o impopularidad de su régimen; la persona que se acerca a él para pedirle un empleo no le va a decir que su gobierno es impopular.

Los “comisionados políticos” que hay en cada ciudad, no los gobernadores provinciales, tampoco tienen la suficiente entereza de decirle a Salvador la baja popularidad de su gobierno; lo mismo ocurre con algunas personas que él puede visitar a nivel personal. Son muy pocos los amigos personales sinceros que tienen el suficiente valor de decirle a Salvador la verdad desnuda. El amigo de Salvador que tiene un cargo en el gobierno, o le ha solicitado una prebenda o favor, tampoco le va a decir la verdad de lo que está ocurriendo en determinada ciudad. Hay que estar libre de conciencia, oportunismo y prebenda para decirle al Presidente la verdad sobre su gobierno.

Nosotros creemos, como también lo creen muchos hombres y mujeres del pueblo, que Salvador tiene en su gobierno a personas que le restan popularidad, son mal vistas; el pueblo las identifica con el despotismo, la prepotencia y con los mandones. No puede escapar a la inteligencia de Salvador que si a la crisis económica que vive el país se le pone al lado la indignación del pueblo hacia determinados funcionarios, de seguro que terminaremos por mal camino.

Con toda sinceridad se lo decimos a Salvador, trata de salirte del círculo político en que estás limitado; tú no puedes seguir gobernando con la sola simpatía de una minoría insignificante. La simpatía y respeto que el pueblo tiene hacia tu persona no se extiende hasta tu gobierno. Si quieres saber si lo que decimos es verdad, sal por las calles como un hombre común y corriente, y comprenderás que lo que exponemos es la expresión de la verdad. (96).

Salvador, un nuevo equipo

En su discurso inaugural del 16 de agosto de 1982, Salvador dijo “nunca como ahora había tocado a un Presidente de la República recibir el poder en medio de una crisis económica tan profunda y compleja como la que actualmente atraviesa el pueblo dominicano. Consecuencia de los graves desaciertos del gobierno que hoy finaliza y de factores internacionales ajenos a la voluntad gubernamental. Estamos recibiendo el gobierno en plena quiebra material y también moral”. Salvador estaba consciente al momento de llegar al poder que no le correspondería gobernar en un ambiente de prosperidad. El sistema social dominante bajo el cual vivimos hace tiempo que entró en crisis, y nuestro país no es una excepción a ella.

Pero no obstante la situación adversa que le ha correspondido gobernar a Salvador, le ha faltado firmeza política. El estilo que Salvador ha aplicado como forma de gobierno no es el que se merecen las clases dominantes del país.

Grupos económicos rapaces, insaciables, necesitan tener en el Palacio Nacional a un hombre que no crea, en los marcos de la Democracia Representativa, en el liberalismo, que no ceda ante ambiciones individualistas.

Sin gobernar en forma odiosa y despótica, aquí hay que ser firme y decidido con las clases dominantes que aspiran a tener el país como una finca suya de la cual pueden disponer a su conveniencia e interés individual.

Salvador no debió  continuar con la aplicación de la política de borrón y cuenta nueva. El debió llevar a los tribunales a todos los que aquí se han enriquecido con los dineros del pueblo, sin importar rango social, militancia o investidura política pasada, máxime si él sabía que estaba recibiendo “un gobierno en plena quiebra material y también moral”.

Para llevar a los delincuentes de cuello blanco a la cárcel, Salvador no tenía que ser tolerante con los miembros de su partido, ya que en ningún momento el Partido Revolucionario Dominicano le ha servido de sostén político a su régimen; por el contrario, en el perredeísmo están los adversarios más rabiosos que él tiene a nivel personal y de política irracional.

De sus colaboradores, Salvador tampoco ha tenido la mejor suerte. Si es cierto que ha logrado rodearse de algunos no perredeístas que brillan por su honradez y capacidad, no es menos cierto que hay otros que no han aportado buena imagen, popularidad, honradez, capacidad ni destreza en las áreas que laboran.

Lo que se define como el equipo económico del gobierno, no creemos que le ha dado a Salvador las mejores orientaciones. Ha sido infeliz la asesoría que han brindado la generalidad de sus asesores económicos. La práctica así lo demuestra.

La realidad política, económica y social del país le está diciendo a Salvador que tiene que hacer una transformación completa de su gobierno, hacer cambios profundos en todo el tren burocrático porque los que han estado a su lado, salvo honrosas excepciones, no han contribuido a que haga el gobierno que muchos dominicanos esperábamos de él, aún dentro de la crisis económica que padece el sistema social dominante y en los marcos de la democracia representativa. Salvador no puede ignorar que él solo no puede hacerlo todo en el gobierno. Con su sola buena imagen de serio y trabajador no se van a resolver los acuciantes problemas del país; él precisa de todo un equipo de hombres y mujeres que le den una atinada, correcta y prudente orientación, y que, además, a los ojos del pueblo sean personas que generen confianza en el manejo de los dineros del pueblo y estén despojados de arrogancia y prepotencia. (97).

Con amigos así

Hace unos días publicamos un artículo con el título “Salvador, un nuevo equipo”. En dicho escrito decíamos, entre otras cosas, “la realidad política, económica y social del país le está diciendo a Salvador que tiene que hacer una transformación completa de su gobierno. Hacer cambios profundos en todo el tren burocrático porque los que han estado a su lado, salvo honrosas excepciones, no han contribuido a que haga el gobierno que muchos dominicanos esperábamos de él, aún dentro de la crisis económica que padece el sistema social dominante y en los marcos de la democracia representativa.

Parece ser que el citado artículo no gustó a determinados sectores que están en el poder, y esto así porque hace unos días nos llamó  por teléfono un pelafustán, estrechamente vinculado con un turiferario de nuevo tipo, y nos dijo que el artículo que habíamos escrito diciendo que Salvador estaba mal acompañado a nivel de colaboradores, lucía un artículo sectario y destinado a herir y golpear a funcionarios que son buenos amigos y colaboradores sinceros de Salvador.

Le respondimos al epígono que nos hizo la llamada, diciéndole que de ninguna manera nuestro artículo se podía considerar como sectario; que lo habíamos escrito sin prejuicios y sin interés de herir a nadie en particular; que al escribirlo interpretamos el sentir de otros amigos de Salvador que tienen nuestro mismo criterio.

También le dijimos a la persona que nos hizo la llamada, que no habíamos dicho que los colaboradores de Salvador no eran sus amigos ni sinceros. Una cosa es ser amigo sincero de una determinada persona, y otra, muy distinta, es hacerlo quedar mal, o actuar mal en las funciones para las cuales lo ha designado o escogido.

Es posible que los colaboradores cercanos a Salvador, sean amigos sinceros, pero una cosa es la amistad y otra el desempeño eficiente de las tareas asignadas. Algunos de los colaboradores de Salvador, particularmente en el área económica, se han comportado como si fueran sus peores enemigos, como si fueran sus adversarios políticos. (98).

Fuentes:
(96) El Nacional. 6 de diciembre 1983.
(97) El Nacional. 7 de diciembre 1983.
(98) El Nacional. 19 de diciembre 1983.

Continuará la semana próxima

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