El cajero se tragó mi dinero

Esta es la historia: recurrí a unos servicios legales, y lo primero que me dijo la abogada con cara de “tú y yo…

Esta es la historia: recurrí a unos servicios legales, y lo primero que me dijo la abogada con cara de “tú y yo no somos ni familia ni amigas” fue: “Si me dices que me vas a pagar en una fecha, por favor, que sea en esa fecha. Me indigna que mucha gente ande, baile y beba con lo que me debe”. Y yo, sin pensar en la Ley de Murphy, la cual ningún gobierno ha promulgado, pero que de forma cómica y mayoritariamente ficticia explica los infortunios, atiné a demostrarle que yo era la mujer más seria que sus ojos habían tenido en frente, le dije: “Despreocúpese. Ese dinero usted lo tiene el 16, porque el 15 no tendré tiempo de traérselo”. Y así fue.

El día del pago, me detuve ante un cajero y realicé todo el proceso para sacar el dinero. Pero, antes, no sé de dónde salió un hilo de la cartera, y me enredó los dedos y el monedero y, en vez de retirar el efectivo de la máquina, me pongo a desenredarlo. Cuando termino, veo el dinero todavía colocado para ser recogido. Me dispongo a retirarlo cuando el cajero ¡se lo traga! Y digo teatralmente: “¡Nooooooo!” y procedo a resolver las cosas a la «Viena-manera»: le doy par de trompones a la máquina. Le hablo. La añoño. Resultado: nada.

Como era de esperarse, eso despertó en mí un instinto antisistema, quemabancos, pero me contuve. No habrá problema, pensé. Oh, sorpresa: “Señorita, en unos cinco días laborables se estará estudiando su caso para de devolverle su dinero”, me dijeron cuando fui al banco. “¡Pero hoy es viernes, son las 6:00 de la tarde, y sábado no cuenta como laborable y debo pagar ese dinero”, refuté. “Bueno, es todo lo que podemos hacer”, me dijo el agente bancario. Sin remedio, tuve que llamar a la abogada y -con voz y animo de caballo con tres días sin comer- le dije: “Excúseme, pero el cajero se tragó mi dinero y no podré pagarle hoy”. Y aunque su respuesta fue “¿Anjá?, no hay problema”, por su tono de voz, mi oído lo que escuchó fue un “tápate un ojo y hazme el cuento de pirata. Irresponsable, te bebiste y te bailaste mi dinero”. Y pese a que lo que yo decía era cierto, no le armé un show porque es que, gente, sincerémonos, hay que entender que la excusa de que un cajero se tragó tu dinero cae en quien la escucha  -que es a su vez a quien se le debe- como tirarse un disco completo cantado por la esposa de Michel El Buenón: una hazaña pesada y difícil de creer.

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¿Quién es Viena Divaluna?
Periodista-bailadora acusada de ser «poco normal». Hasta hace poco, ni gorda ni flaca, pero más gorda que flaca. Pero se “mochó” el estómago y ya sabe lo que es comerse dos granitos de arroz sin sentir remordimiento ni engordar por ello un kilo. Pese a ello, no ha alcanzado un aspecto normal y aunque llegue a parecer normal, nunca será normal porque esforzarse por ser normal no es normal: ¡es raro!  Puedes seguirla mediante su cuenta de Twitter: @VienaDivaluna.

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