Los fantasmas de Scrooge (2)

Recordemos que en la primera entrega, Scrooge manifiesta su menosprecio a la Navidad, sólo piensa en ganar dinero, se muestra antipático,…

Recordemos que en la primera entrega, Scrooge manifiesta su menosprecio a la Navidad, sólo piensa en ganar dinero, se muestra antipático, poco sociable. Se le aparece el espíritu de su fallecido socio Marley, con intención de ayudarlo, para que no le pase a su amigo lo que a él le pasa: deambular por la tierra sin encontrar paz por no haber aprendido el valor del amor y la caridad. Con ese fin le anuncia la visita de tres espíritus.

Se le aparece el primero y lo lleva al pasado, donde Scrooge se ve solo en su casa porque sus padres estaban trabajando, y exclama que “por eso siempre estaba solo. Por eso mis Navidades eran tan tristes y solitarias”. Se desespera, le pide al espíritu que se vaya, que no lo torture más. Veamos, amigo lector, cómo siguen desarrollándose los acontecimientos:

Espíritu de la Navidad Pasada- No me eches la culpa. Te dije que eran sombras de las cosas que fueron.

Scrooge- ¡Llévame de regreso!

Espíritu de la Navidad Pasada – Sólo nos queda una última parada, nuestro tiempo se acaba.

Narrador – Y aparecieron en un jardín. Scrooge era ahora un hombre joven, sentado en un jardín al lado de una hermosa dama. La mujer estaba llorando.
Mujer – No puedo casarme contigo, Ebenezer. Hay algo que tú amas más que a mí.

Scrooge – Tonterías, no amo a ninguna otra mujer.

Mujer – Es cierto. Amas el dinero. Lo amas más que a nada en el mundo.
Scrooge – No hay nada de malo en amar el dinero.

Mujer – Cuando nos comprometimos éramos pobres y luego fuimos felices siendo pobres. Espero que seas feliz con la vida que has escogido.

Narrador – Y la mujer se alejó corriendo del jardín. El anciano Scrooge y el espíritu la siguieron. Cuando se detuvieron, Scrooge pudo ver que ella ya era algunos años mayor. Había niños riendo y jugando con la mujer. Una niña pequeña la abrazó y le dio un beso.

Niña Pequeña – Ayúdame a abrocharme el sombrero, mamá.

Scrooge – ¿Son sus hijos?

Espíritu de la Navidad Pasada – Así es, pero pudieron haber sido los tuyos.
Narrador – Entonces se abrió la puerta y entró un hombre que llevaba muchos regalos.

Niños – ¡Papá!

Narrador – Los niños corrieron y lo abrazaron. El hombre sonrió y les dio los regalos. Después abrazó y besó a su esposa.

Scrooge – ¡Basta! ¡Llévame a casa!

Narrador – Y Scrooge apareció en su dormitorio.

Scrooge – Gracias a Dios, todo fue un sueño.

Narrador – Entonces sonó la campanada del reloj.

Espíritu de la Navidad Presente – No, Ebenezer. No fue un sueño.

Scrooge – Supongo que eres el Espíritu de la Navidad presente.

Espíritu de la Navidad Presente – Así es. Soy el Espíritu de la Navidad Presente.
Tengo mucho que mostrarte. Tómate de mi bata. ¡Apúrate! No podemos llegar tarde.

Narrador – Scrooge tocó el ruedo de la bata del espíritu y el dormitorio desapareció. Scrooge se encontró en una calle de mucho movimiento y llena de nieve. Había mucha gente comprando los regalos de último momento, las tiendas permanecían abiertas, la gente cocinaba sus mejores platos, y las campanas de la iglesia sonaban. Todos asistían a la iglesia con sus mejores ropas. Todos estaban felices.

Scrooge – Todos parecen tan felices.

Espíritu de la Navidad Presente – Lo están. Es Navidad. ¿Qué esperabas?

Scrooge – ¿Quieres decir que estén felices sólo porque es 25 de Diciembre?

Espíritu de la Navidad Presente – Si. Hoy pueden dejar de lado sus problemas y sólo disfrutar estar con sus familias. Se dedican sólo a disfrutar de la comida en sus mesas y de todas las bendiciones que reciben.

Narrador – Entonces el Espíritu llevó a Scrooge a la casa de Bob Cratchit. Y estando allí parados frente a la puerta, el Espíritu bendijo la humilde casa. Después Scrooge vio a Bob Cratchit jugando con sus hijos, tres niños y dos niñas.

Scrooge – ¿Es aquí dónde vive?

Espíritu de la Navidad Presente – Claro, con su salario, esto es todo lo que él puede pagar.

Narrador – Entonces la Sra. Cratchit entró al comedor llevando un pequeño pavo en una bandeja.

Scrooge – ¡Parecen tan pobres! Sus ropas son tan viejas.

Espíritu de la Navidad Presente – Amor es lo que puedes sentir aquí.

Narrador – Bob Cratchit levantó al niño más pequeño de una silla que estaba en un rincón y lo llevó hasta la mesa. El niño era pálido y delgado y llevaba una muleta.

Scrooge – ¿Qué le sucede? ¿Por qué no camina?

Espíritu de la Navidad Presente – Está muy enfermo. Su nombre es Tiny Tim, y sus padres no tienen dinero para pagar un doctor, así que tal vez muera.

Scrooge – ¿Muera? Pero debe haber algo que pueda hacerse. Por favor, dime que no morirá.

Espíritu de la Navidad Presente – Veo una silla vacía en aquella esquina. Si el futuro no cambia, con seguridad morirá.

Scrooge – ¡No! ¡No!

Espíritu de la Navidad Presente – De todos modos ¿qué te importa? Eso hará que disminuya la población mundial.

Narrador – En ese momento Scrooge se dio cuenta de que esas eran sus propias palabras y sintió lástima por sí mismo. Entonces escuchó su nombre.

Bob Cratchit – ¡Sr. Scrooge! Gracias al Sr. Scrooge tenemos esta cena.

Sra. Cratchit – Ojalá pudiera verlo para agradecerle personalmente.

Bob Cratchit – Querida… niños… ¡Es Navidad!

Sra. Cratchit – Lo sé, querido. Espero que él tenga una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo!

Bob Cratchit – Vamos a brindar por nuestra Navidad y por el Sr. Scrooge. Feliz Navidad, y que Dios nos bendiga a todos.

Narrador – Mientras tanto se hacía tarde. El Espíritu llevó a Scrooge hacia diferentes lugares para que pudiera ver cómo la gente celebraba la Navidad. La gente, aunque pobre, como decía Scrooge, era feliz y disfrutaba estar en familia y con amigos. De golpe, sin previo aviso, aparecieron de pie en una habitación.

Scrooge – Reconozco esa voz. Es mi sobrino. Está en una fiesta.

Sobrino de Scrooge – Ja, ja, ja, ja, ja… dijo que la Navidad era sólo una mentira.

Esposa del Sobrino – Debería sentirse avergonzado.

Sobrino de Scrooge – Es muy divertido, pero no es una persona agradable.

Esposa del Sobrino – Me dijiste que es muy rico.

Sobrino de Scrooge – ¿Y con eso qué, querida? No le sirve de nada su riqueza. No hace nada con su dinero.

Invitado – No vino a cenar con nosotros esta noche porque está muy ocupado contando su dinero. Ja, ja, ja, ja…

Sobrino de Scrooge – Prefirió enojarse con nosotros que venir a divertirse.
Scrooge – No les agrado.

Espíritu de la Navidad Presente – No, a menos que el futuro cambie.
Scrooge – ¿Y cómo puedo cambiar el futuro?

Narrador – La habitación desapareció y continuaron su viaje. Visitaron muchos países, viajaron hacia tierras lejanas. Visitaron a los enfermos que se sentían felices, a la gente pobre que se sentía rica, los refugios donde la gente sentía esperanza. Fue una noche muy larga. Y todo sucedió en tan sólo una noche. Entonces, el Espíritu de la Navidad Presente desapareció.

Scrooge – Oh, nuevamente estoy en mi cama.

Narrador – Pero al incorporarse, otro espíritu flotaba en su cuarto. Estaba vestido de negro y una capucha oscura ocultaba su rostro.

Scrooge – ¿Quién eres? Primero me visitó el Espíritu de la Navidad Pasada, luego el Espíritu de la Navidad Presente. Tú debes ser el Espíritu de la Navidad Futura.

¿Estás aquí para mostrarme el futuro y cómo puedo cambiarlo?

Narrador – El Espíritu no respondió, sólo se dirigió hacia la puerta. Scrooge lo siguió hacia la calle frente a su oficina. Tres hombres estaban parados enfrente, hablando y moviendo la cabeza.

Scrooge – Los conozco. Hago negocios con ellos. Somos amigos. Les caigo bien aunque no ocurra lo mismo con mi sobrino. Pero… ¿qué están diciendo de mí?
Hombre 1 – Pobre viejo Scrooge.

Hombre 2 – Lo sé, me da mucha pena.

Hombre 1 – Me dijeron que está muy enfermo.

Hombre 2 – ¿Quién lo cuida?

Hombre 1 – Nadie. Ya sabes que siempre quiso vivir solo.

Hombre 2 – Tampoco tiene amigos.

Narrador – El Espíritu empezó a avanzar y Scrooge lo siguió por la calle. Luego llegaron a una pequeña casa.

Scrooge – Ya hemos estado aquí antes. Esta es la casa de Cratchit. [continuará]
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[1] http://www.cuentosparachicos.com/ESP/teatro/Scrooge1.htm
[2] Charles Dickens; Obras Completas, Tomo I, p. 1,265: Editora Aguilar, Madrid, España, 1960. l

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