Margarita Cedeño

Las reflexiones siguientes son frutos de una experiencia reciente cuando asistíamos a un seminario sobre cooperativismo y preservación del medio ambiente, auspiciado por el Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (Idecoop) y el Despacho de la Primera Dama.

Allí pudimos presenciar a una doctora Margarita Cedeño de Fernández que con su presencia daba ejemplo de sencillez, confianza y capacidad para regentear desde asuntos de Estado al más alto nivel, hasta el trato decente con cualquier gente sencilla del pueblo.

Sin dejar su rol de Primera Dama, saludó y compartió con muchos de los presentes, habló con un discurso coloquial y explícitos de sus planes y preocupaciones desde el Estado y dejó plasmada la imagen de que por ser la esposa del Presidente de la República, no la hace intocable e inalcanzable para los de a pies o pobres. Con aquella imagen, la de una Primera Dama humana y social, me vino a la mente el contraste con otros funcionarios del Estado que se creen los todopoderosos herederos de los puestos que pagamos todos con nuestros impuestos.

Todo pasa

Es sorprendente, propio de estudio, la soberbia de algunos dentro del tren del Estado. Por cualquier cosita se ofenden y hasta asumen como un ultraje que alguien, como el autor, haga uso del derecho a la expresión libre para rememorar experiencias vividas durante visitas hechas, no a su casa o residencia privada, sino a las oficinas públicas, pagadas con nuestros impuestos.

Experiencia

Es increíble, pero hay una especie de subdesarrollo emocional que afecta al Estado dominicano a partir de la calidad humana de muchos de sus funcionarios, que de repente cambian cuando son designados en puestos públicos. En lugar de asumir con humildad y presteza sus puestos, lo que hacen es transformarse en seres superdotados. En el fondo son el contraste con el espíritu que emana una Primera Dama de la República, la doctora Margarita Cedeño de Fernández.
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Un desastre y empeorando

Villa Altagracia, en materia de seguridad pública, es un verdadero desastre. Si medimos lo que ocurre en esa pequeña comunidad colindante con la capital con lo que está pasando en el país, sencillamente nos j… Hace un par de noches me sobresaltó una llamada de un viejo amigo que regentea un pequeño negocio y me contó, con voz entrecortada, que le acababan de hacer un atraco, que en el argot o clave policial significa un 40.

Pero esa misma noche, al parecer los asaltantes decidieron hacer una verdadera feria de atracos y robos… me quitaron el sueño otros comerciantes de esa comunidad donde los ladrones se enseñorearon con sus fechorías y azotaron otros cinco lugares comerciales, sin que la Policía Nacional del sitio ni siquiera diera señales de presencia por los lugares señalados.

El propio jefe

El mismo jefe de la Policía Nacional, mayor general José Armando Polanco Gómez, horas después de la feria de atracos, personalmente llamó por la central de radio de esa institución, que se conoce como R-8, y expresó su inquietud por algo que se creía superado en la zona próxima al cementerio municipal de esa población. Al decir del propio jefe policial, se debía poner especial vigilancia en el lugar en virtud de que nuevamente desaprensivos o delincuentes estaban dándose a la tarea de lanzar piedras a los transeúntes para provocar accidentes y saquear sus pertenencias, acción deleznable y cruel que echa por el suelo todo sentido de humanismo, solidaridad y dignidad del género humano.

La situación en Villa Altagracia es alarmante, sin que hasta el momento alguna autoridad se preocupe por ello, cuando todos sabemos que con tan solo racionalizar las motorizadas y los agentes de puesto en ese departamento por los sitios neurálgicos en la autopista, barrios y vecindades comerciales, de seguro que el problema, con el apoyo de la ciudadanía y de la gente de bien, puede perfectamente ser corregido en un porcentaje importante, pero eso sí, siempre y cuando se observe una actitud abierta, sincera, decidida y firme de las autoridades en la dirección de garantizar el orden y la paz que merece la sociedad en su conjunto.
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Todo es un proceso

Dentro de pocos días estará en el aire un nuevo periódico digital cuyo nombre hemos elegido como Trinchera Digital. Pretendemos hacer un periódico realmente informativo, veraz, sencillo y al servicio de las causas honrosas del país y del mundo.

En su elaboración afanan valiosos recursos humanos subutiilizados por el poder medíatico que rige en esta nación caribeña, donde el acceso a los medios es todavía un lujo restringido para esa inmensa mayoría de contribuyentes que no sabe nada de tecnología, de mundo digital y de nuevayores chiquitos ni de historia o conferencias magistrales sobre las brechas que separan a los ilustrados de los iletrados.

Aunque aparente un contrasentido, es realmente un empeño tecnológico para acercar el mágico mundo de las noticias, las opiniones y las informaciones globales a esa masa de gente sencilla y segregada del mundo novedoso que nos brinda hoy la ciencia tecnológica.

Pretendemos, con el tiempo, al paso, imprimir dicho periódico para que pueda ser tocado físicamente por quienes todavía no pueden tener servicio de Internet por esas residencias o barriadas donde hasta cuando llega la luz es una novedad que amerita gritos de celebración.

Apertura y servicio

Trinchera Digital, registrado en todas las instancias de ley, será un medio que estará comprometido con el intercambio y la cooperación con los demás medios serios del país.

¿Cómo no estrechar lazos de cooperación con un medio como El Caribe, periódico que siempre nos ha dado la mano amiga para que a través de sus páginas exponer nuestras opiniones sin ninguna censura o revisión previa? La aparición de Trinchera Digital es parte de un proceso, que ha marchado despacio, con el peso de las dificultades de recursos propios en todo proyecto sin turpenes o padrinos ricos que le aúpen o subsidien.

Será un medio para defender la libertad, la democracia, el derecho de los de a pie y de los montados, de todos los que de una forma u otra se sientan comprometidos con el desarrollo que requiere la patria y un medio para fortalecer el estado de derecho que toda sociedad necesita para su afianzamiento.

Sólo aspiramos a ser parte reluciente, aunque sea un tornillito, de una maquinaria que en lugar de cerrarse, tiene que abrirse a todos con una igualdad de oportunidad y de derecho.
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