Ya no más “momentos Kodak”

Una década atrás, los momentos eran «Kodak». En sus rollos envolvían la magia de capturar la vida y hacerla inmortal sobre una…

Una década atrás, los momentos eran «Kodak». En sus rollos envolvían la magia de capturar la vida y hacerla inmortal sobre una lámina de papel. Los recuerdos se imprimían a colores, en varios tamaños, estampados en un álbum.

Lamentablemente todo tiene su final. La competencia y la revolución digital les agarró desprevenidos y ahora, tras un cuarto de siglo de intentos fallidos por adaptarse a los nuevos tiempos, Eastman Kodak Co. está al pie del abismo.

La compañía se ha esforzado por desmentir los rumores de bancarrota al tiempo que busca la ayuda de un asesor legal para buscar la manera de revivir su fortuna. Algunos, como el fotógrafo John Larish, quien trabajo para Kodak, dije que la empresa quedó fuera de la competencia luego del advenimiento de la fotografía digital y los celulares como cámara integrada: «Yo la veo como algo de lo que escribiremos en los libros de historia».

Las acciones de Kodak, que llegaron a cotizarse a 94 dólares en 1997, cayeron a 78 centavos, su nivel más bajo.

Pero hay dudas sobre la capacidad que tengan para recuperarse y completar una reestructuración que los lleve a la par de la era digital. La alarma de los inversionistas no se ha hecho esperar y la “tijera” ha empezado su función: recortes de empleos a nivel global que llega a los 18,800, cuando en el 1988 la cifra de empleados ascendía a 145,300. La sede central, en Rochester, de 60,400 a 7,100.

Aunque Kodak inventó la primera cámara digital en 1975, su decisión de seguir apostando a las películas — entonces sumamente lucrativas — le permitió a rivales japoneses como Canon, Nikon y Sony dominar sin frenos la emergente arena digital a finales de los 90.

El pánico cunde en los empleados que sobrepasaron la barrida. Pocos, como Kenny Baptiste, químico de 43 años con dos hijos pequeños, se mantienen optimista: «tenemos algunas ideas muy innovadoras en proceso. No es justo considerarnos acabados. Realmente no pienso que se acabó». Entiende que su talento y su arduo trabajo lo mantienen en la nómina después de 19 años.

 

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