Sting, tan “duro” como las piedras de Chavón

¿Que había mosquitos que acabaron con cuanta piernas al descubierto había? Sí. ¿Que los asientos…

¿Que había mosquitos que acabaron con cuanta piernas al descubierto había? Sí. ¿Que los asientos de piedras escalonadas del Anfiteatro de Altos de Chavón estaban ardiendo por el solazo que durante el día hizo y que aún en la noche el calentón le asaba los glúteos a cualquiera? Sí.  ¿Que ya las empresas que patrocinan los eventos en Chavón no dan cojincitos y que el espectador sale con el cuerpo “a lo Frank Sinatra”, es decir, “sin ná atrás? Sí. Sí, sí y sí. Pero eso no fue excusas para que fuera todo un éxito el concierto de Sting. 

Es que esas cosas Evenpro no las puede controlar; ahora, aspectos que sí pudo controlar, como la organización y la puntualidad a la hora de empezar, realmente se hicieron por el librito. Ya lo habíamos dicho, sobraban razones para ir a este concierto.  Y tuvimos razón. 

Anunciado para empezar a las 7:00 de la noche, ya a las 7:15 un ovacionado y bien coreado Pavel Núñez saludaba y contaba al público como aquel sueño de ser un día el telonero de una estrella como Sting, se había hecho realidad. 

Tras su presentación, a las 8:05 llegó al escenario Sting, saludando y contando los tiempos musicales en un “español gringo”. Anjá, pero ¿que cómo fue el concierto? Oh, simplemente extraordinario. El artista de casi 60 años demostró no solo que tiene un físico envidiable para su edad -con el que aparecer la vida no le ha enseñado que todo el que come engorda- sino que también hay gargantas que son como el vino: al pasar el tiempo, mejor. La de él es ejemplo de ello. 

Y bueno, hasta las 9:45 -hora en la que se despidió de un Altos de Chavón en el que no cabía ni un mal pensamiento, repleto- el británico explicó sin palabras la razón de su éxito: garganta preparada, la corista perfecta, sonido impecable y, aunque mundialmente su gira trata de sinfonía y por ello anda con una orquesta de 45 músicos, aquí con cinco integrantes igual hizo un concierto de antología. 

El rubio, por segunda vez, trajo a los criollos un cancionero que incluyó los temas creados junto al grupo The Police, pero jugó con ellos. Roxanne, por ejemplo, fue totalmente alargada. Claro, sin perder la nitidez.

Pero no se amparó solo en la banda. Englishman in New York, por citar un tema de la trayectoria personal que Sting cuajó y pegó posterior a Police, fueron también bien interpretados para un total de 17 canciones. 

¿Y el público? A tono. Se comportó a la altura de la presentación y el ánimo general estuvo tan bueno como las melodías y las voces de Sting y su tremenda corista. 

Así las cosas, no cabe duda que quedaron bien justificados los RD$3.000 que miles pagaron por la entrada general. Valió la pena, tal y como valió la pena que Gordon Matthew Sumner, hoy cantante conocido como Sting, que hace años se ganaba la vida como profesor cambiara un día la tiza por la guitarra, y los alumnos por seguidores que seguramente hoy se levantaron con la añoranza de “la noche de anoche fue única, inolvidable y encantadora”… 

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