La Policía Nacional volvió a tocar el recurrente tema de la reforma policial. Esta vez, su jefe, mayor general José Armando Polanco Gómez, fue más lejos y dijo que si esa institución no reorienta su accionar está sujeta al fracaso.
Los debates sobre la reforma policial varían según las circunstancias. Del tema sólo se habla cuando los agentes cometen exabruptos dentro y fuera de sus horas de servicio, o cuando diversos sectores atizan las discusiones sobre una cuestión que data desde los orígenes mismos de esa institución.
Hay quienes, como el presidente del Comité Dominicano de los Derechos Humanos, Virgilio Almánzar, hablan de una reforma integral de la Policía. Un proceso que entiende debe ir más allá de la importancia de revisar la forma en que sus agentes desempeñan su función esencial de garantizar el orden público.
Almánzar se suma a los que creen que cualquier intento de reforma policial debe tomar en cuenta adecentar la forma de vida de los más de 30 mil hombres y mujeres que arriesgan sus vidas combatiendo la delincuencia y el crimen organizado. “Tiene que haber una voluntad política desde el Estado, porque esto es con presupuesto también que se resuelve. No podemos hablar de una reforma policial con unos policías ganando la miseria que ganan y con una seguridad social pésima”, observa Almánzar.
Para otros, como el coordinador de Alianza Dominicana contra la Corrupción (Adocco), Julio César de la Rosa Tiburcio, el proceso de transformación en la Policía Nacional debe iniciarse con el cambio de mentalidad de los agentes que la integran, “que en la mayoría de los casos ingresan no por vocación, sino por necesidad, mientras otros lo hacen por la oportunidad que le brinda el ser autoridad y ponerse en ocasiones al servicio del crimen organizado”.
Reforma del 2000 truncó aspiraciones
En el año 2000, las autoridades retomaron la reforma policial, pero la idea original fue limitada a la aprobación de una ley orgánica en el 2004, que muchos entiende desnaturalizó las pretensiones de quienes aspiraban a una transformación más profunda del cuerpo del orden público.
