El grupo aparece vestidos con camisas blancas, corbatín, sombreros, sobretodo, guantes y, su vocalista, saco… sí, “pinta” de que se iba a casar. Pero no. Iba a celebrar. Es que justamente “Celebration” es el motivo por el que se presentaron allí. Los Ilegales celebran su trayectoria y nuevo disco.
Tras una hora y media de espera e iniciar con el éxito de 1997, “El Taqui Taqui”, se puede decir que con su celebración Los Ilegales triunfaron y el público seguidor de esa banda, que inició en 1995 en La Fortaleza Ozama, cantó todas sus letras como si fuera un karaoke. Además, con fervor.
Desde entonces, la noche se convirtió en una ocasión para recordar con los oídos los discos de más de una década de esta agrupación. Empezando con aquel que tenía en la carátula una foto de un cuarteto en una especie de selva, con la marca de un apuntador para disparo y sobre la fotografía de los chicos el nombre escrito en letras corrida de “Ilegales”.
Como un trueno, A que te pongo, Dame de eso, Enamorao, Una copa de licor, Las mujeres Rebotando, La cosita, Dame un chin, Ya no toy’ pa eso, Fiesta caliente, La morena y otros temas; entre ellos, su nuevo y pegajoso sencillo “Haciéndome el loco”, le dieron un giro a una noche que pudo ser un jueves normal.
En cuanto al escenario, no fue el espectáculo tan magnifico como se había anunciado; pero estuvo bien. El sonido estuvo flojo en algunas ocasiones, pues a veces no se entendían las canciones o los instrumentos se sobreponían a las voces; pero eso no fue obstáculo para dañar el espectáculo.
El grupo supo interactuar con el público e hizo en varias ocasiones intervenciones cómicas y, sin duda, su banda estaba bien acoplada y Vladimir supo integrarla a la celebración… Bueno, al “Celebration”.
Y luego de 16 años en la escena musical, hay quienes preguntan cómo todavía no le ha llegado la hora de la “desintegración”. Sencillo: pese a que son un trío se sabe quién es el líder, sus integrantes nunca son desabridos y constancia; ah, y unas letras que no llevan mensajes que van a salvar al mundo, pero enganchan. Ahí está el «secreto».
