Liderazgo moral y reforma educativa

El tema del cumplimiento de la asignación presupuestaria establecida por ley al Ministerio de Educación concentró, en el año 2010 y en lo que va de año, la atención de la opinión pública y de las organizaciones sociales que se preocupan por el tem

El tema del cumplimiento de la asignación presupuestaria establecida por ley al Ministerio de Educación concentró, en el año 2010 y en lo que va de año, la atención de la opinión pública y de las organizaciones sociales que se preocupan por el tema educativo. Hay motivos más que suficientes que justifican esta preocupación.

Por un lado, ningún gobierno ha cumplido el mandato legal de destinar a la educación el 16% del Presupuesto Nacional o el 4% del PIB, el que fuere mayor; por otro, los resultados del rendimiento académico de nuestros estudiantes, medidos en pruebas nacionales e internacionales indican que nuestros estudiantes no están recibiendo la educación que necesitan para aprovechar las oportunidades que están a su disposición en este siglo XXI.

En un reciente monitoreo de los planes decenales de educación 1992 y 2011, realizado por el Observatorio del Presupuesto de Educación del Foro Socioeducativo, se establece que en el período 1992-2002 la deuda presupuestaria acumulada por el Estado con la educación preuniversitaria fue de RD$32,301.3 millones.

Cuando se contrasta este hecho con las necesidades que existen en materia de formación de maestros, ampliación y mejora de la infraestructura física y tecnológica, cumplimiento y ampliación del horario, establecimiento de la tanda única, entre otras necesidades que tiene el sistema educativo, hay que convenir que en materia de educación la sociedad dominicana y los gobiernos le han fallado a la juventud dominicana.

A esta falta de recursos se añade su uso poco eficiente, no sólo en educación, sino en todo el sector público. Las necesidades del sector educativo convierten en un imperativo moral que se revista de todo el celo posible el uso de cada centavo que se dedica al funcionamiento del sistema educativo.

Cada centavo que se entrega al Ministerio de Educación debe destinarse a las áreas que las investigaciones educativas han mostrado que tienen incidencia directa en el mejoramiento del rendimiento académico de los estudiantes. Este objetivo se ve obstaculizado, en parte, por prácticas de gobierno alejadas de una sana gestión pública, de las cuales no escapa el Ministerio de Educación.

El deterioro del sistema educativo ha llegado a un punto que para su recuperación se hace necesario someterlo a una cirugía mayor. Para lograr la transformación profunda que el sistema educativa necesita es imperativo  movilizar a toda la sociedad, pero de manera muy especial, a todos los actores directos del sistema educativo: profesores, directores de centros, técnicos distritales y regionales, padres y madres, organizaciones comunitarias y funcionarios de la sede central. Esta movilización sólo es posible con un liderazgo moral que tenga una visión clara de la tarea a realizar, capaz de generar confianza y aglutinar a su alrededor las fuerzas sociales necesarias para hacer viables las reformas necesarias.

Debe estar sustentado en un serio compromiso del gobierno de que cumplirá con lo establecido en la ley y que mantendrá alejadas del ámbito educativo las prácticas de gobierno que hacen difícil, cuando no imposible, movilizar la voluntad ciudadana alrededor de un objetivo social y moralmente deseado, como una educación de calidad.

En consecuencia, dotar al Ministerio de Educación de los recursos previstos en la Ley 66-97 es una condición necesaria para lograr esta transformación, pero no es suficiente. Será necesario, además, mejorar la gestión del sistema educativo y desarrollar un liderazgo moral sustentado en hechos, no en palabras.
El autor es educador

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