El Rin, un río lleno de mensajes en botella

Anillos de compromiso, cartas de despedida o mapas del tesoro. En los recipientes que afloran a la superficie cuando baja el nivel de las aguas, caben…

Anillos de compromiso, cartas de despedida o mapas del tesoro. En los recipientes que afloran a la superficie cuando baja el nivel de las aguas, caben todo tipo de mensajes.

Joachim Römer es un artista alemán que vive en la Cuenca del Ruhr y trabaja principalmente con basuras. El Rin es la mayor fuente de inspiración que conoce y sus aguas le han regalado ya más de 350 mensajes en botellas.

«Desde que sé que te despediste de nosotros, estoy terriblemente triste ¿por qué te fuiste?», reza una de las cartas difundida en medios alemanes. «Gracias por este breve tiempo contigo», puede leerse en otra de las muchas despedidas que surcan las aguas del Rin.

Para Römer, «todo el arte nace de la basura» y por ello acostumbra a pasear junto al río, sobre todo en los días que baja el nivel y deja en sus desnudas orillas todo tipo de sorpresas inesperadas.

Este coloniense de 54 años, conocido por su instalación «Túnel de viento», fabricado con bolsas de plástico, ha trabajado entre otros en la República Checa, en Sudáfrica, Dinamarca, Escocia y Corea del Sur, pero no cambia nada por este río que nace en los Alpes suizos y desemboca en el mar del Norte, formando un delta común con el Mosa.

Casi todo lo que recala en sus orillas le sirve de inspiración para sus obras, pero sobre todo las botellas que lleva acumulando desde hace más de una década en el sótano de su casa.

Römer es capaz de ver lo que otros pasan por alto y entre las sandalias, los aparatos de televisión, los neumáticos y miles de objetos de plástico, identificar mensajes lanzados a la suerte a los que él se encarga de responder personalmente.

Los náufragos fueron quienes empezaron a lanzar mensajes al mar, siempre de socorro. Pero hace mucho de aquello. Julio Verne solía recurrir a la botella mensajera en sus libros y la banda «The Police» tituló «Message In A Bottle» una de sus más famosas canciones.

En 1977, las niñas Liesel y Gaby lanzaron una botella al Rin en la región alemana de Westwerland, en el centro del país. Buscaban un amigo por carta.

Más de 22 años después, Römer contestó y su respuesta llegó hasta Israel, donde vivía una de las amigas. «Llevaban tres años sin mantener ningún tipo de contacto y se reencontraron gracias a mí», dijo satisfecho el artista al diario alemán «Frankfurter Rundschau».

La mayoría de las cartas que encuentra Römer fueron escritas por niños, acosados por los piratas en el Caribe o en busca del mayor de los tesoros. Muchos entristecen cuando ven que quien responde a su misiva es simplemente un hombre de carne y hueso.

Pero otras son declaraciones adultas, sinceras.»Regalamos estos anillos al agua. El matrimonio no nos trajo suerte», decía por ejemplo un mensaje junto a dos alianzas.

En el Rin, con una longitud de 1.230 kilómetros, casi 900 de ellos navegables, hay espacio para muchas botellas. Y Römer espera seguir acumulándolas para algún día, pronto, poder sacarlas de su atestado trastero y mostrarlas al mundo en una exposición.

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