El quemón a la china

Estaban abiertas y era como una invitación a tomar el atajo. ¿Por qué tomar la acera completa si puedo cortar entrando por una…

Estaban abiertas y era como una invitación a tomar el atajo. ¿Por qué tomar la acera completa si puedo cortar entrando por una puerta del restaurante y saliendo por la otra? Después de todo, la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta que los une.

Era un restaurante chino, de esos que solo tienen chinos. En ninguna otra nacionalidad pasa eso. Tenemos restaurantes mexicanos que los dueños pueden ser de Gazcue, Naco o Arroyo Hondo. Tenemos restaurantes italianos cuyos dueños probablemente no han pisado nunca Italia, solo han comido pasta y saben decir “Bongiornio”, pero los dueños de restaurantes chinos vienen de Hong Kong o Shangai, y probablemente después de 20 años en el país solo saben suficiente español para comunicarse con los que venden comida en el mercado. 

Todos estos locales están uno o dos peldaños encima de la acera. Voy caminando a una velocidad probablemente un poco más alta que la promedio. Podría decirse que “de prisa”. Subo mi peldaño y me encuentro de frente con el “trasero” de una china que estaba agachada exprimiendo el “suape” con el que limpiaba. Entre ella y la puerta abierta hay poco espacio, pienso que suficiente para yo pasar con solo sumir un poco la barriga y ponerme de lado. Hice mal ese cálculo. Había menos espacio.

Solo fueron fracciones de segundos que tomó pasar por mi cabeza todos los pensamientos que les voy a describir: “¡Wao me equivoqué! No quepo. Ya no puedo echar para atrás y si lo hago es peor. Ahí sí voy a verme como un pervertido. Solo entré, la quemé y me voy. Si sumas todo eso da “perro” por todos lados. ¿Qué hago? ¿Sigo o me quedo? Si me quedo es peor, se vería que estoy gozando y si  sigo, a lo mejor se ve que estoy de prisa simplemente. Es lo que mejor puede verme como inocente. Pero debe ser rápido pues si es lento también se vería como que estoy gozando. Debe ser como quitarse una curita. Rápido y de un tiro”.

Nunca había visto a alguien enderezarse tan rápido en su vida. A los que piensen que los ojos “achinados” son menos expresivos, se equivocó medio a medio. Esa señora me mató con la mirada y me largó una “caterva” de palabras en chino, que estoy seguro que cada una de ellas estaba en la lista de las cien peores groserías en la lengua mandarín. No entendí ni una, pero estoy seguro que por cada una de ellas hay niños en China ahora mismo recibiendo galletas y tapabocas y luego le dicen en mandarín “eso no se dice, vaya y lávese la boca con jabón”.

Yo no sabía qué hacer. No sabía qué responderle, ni sabía si responderle; ni en qué idioma hacerlo. Comencé a hacer señas y gestos con mi cara y mis manos queriendo decir que lo lamentaba, que fue sin querer. Seguí caminando de espaldas a la otra puerta, y todo el tiempo haciendo señas como un estúpido. Era lo único que podía hacer.

Finalmente salí y tripliqué la velocidad a la que caminaba, pero ahora agarrándome la cabeza con ambas manos. Fue una de las situaciones más vergonzosas de mi vida, y literalmente me la pusieron en China; mejor dicho: en chino.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas