A Propósito de CHICAGO

El auge que actualmente registra este género, le debe mucho a su empeño en seguir entregando al público dominicano espectáculos…

El auge que actualmente registra este género, le debe mucho a su empeño en seguir entregando al público dominicano espectáculos de alta calidad y profundo contenido.

Junto a él, muchos artistas y técnicos de la escena han podido desarrollar su talento  y hacer sus aportes en un oficio colectivo que exige la entrega total de sus participantes en incontables horas de sudor y creación y que a su vez se convierte en fuente de empleo y aprendizaje para mucha gente que se beneficia de manera directa o indirecta experimentando la mayor satisfacción que puede sentir el ser humano:  ganarse la vida honradamente haciendo aquello que le apasiona y para lo cual se ha formado con tantos desvelos.

En muy pocos países latinoamericanos, salvo Argentina, México y Brasil, ocurre de igual manera. Muchos colegas de esas latitudes se sorprenden de que un país tan pequeño y con muchas necesidades fundamentales aún insatisfechas, tenga tal profusión de artistas devenidos productores (a falta de los mismos) que presenten tantas  producciones escénico-musicales y además, semejante cantidad de artistas hábiles para hacerlas posible. Y ni hablar de comparaciones con el Caribe y Centroamérica. Para muestra un botón: fue el montaje criollo de La Bella y la Bestia (producción de Amaury), el que abarrotó hace unos tres años el famoso Teresa Carreño de Caracas.

Y es que al igual que él, aunque quizás no de manera tan prolífica, muchos otros productores independientes, antes y ahora, han dedicado sus carreras y sacrificado sus bolsillos para que el público dominicano disfrute de un placer que hasta hace poco estaba reservado a aquellos apasionados que viajaban al exterior y podían pagar costosas boletas.

Sería bueno, que en las premiaciones se abriera un renglón (tal y como se hizo con el cine) para los actores del género y así se eviten competencias innecesarias y desleales con los actores dramáticos, dando a cada área el reconocimiento que merece por tratarse de caracterizaciones de naturaleza diferente

Mientras, disfrutemos de  este Chicago que no pudo ser más oportuno en un momento en que nuestra sociedad se encuentra sacudida por los mismos hechos de delincuencia y corrupción que motivaron la aparición de esta crítica mordaz al sistema judicial y al papel de los medios de comunicación basada en hechos reales ocurridos en aquél Chicago de los ya lejanos, pero al parecer muy presentes, años veinte.

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