Mi asesino favorito

Y tiene unos cinco años conquistando mi atención –sobre todo mis madrugadas– y la de millones de televidentes que siguen…

Y tiene unos cinco años conquistando mi atención –sobre todo mis madrugadas– y la de millones de televidentes que siguen su historia a través del drama homónimo de Showtime (en el país se emite por Amé 47, FX y CityVibe).

La serie, basada en la novela de Jeff Lindsay “Darkly Dreaming Dexter” y su secuela “Dearly Devoted Dexter” (aunque existen otros tres libros: “Dexter in the Dark”, “Dexter by Design” y “Dexter is Delicious”), es una de las pocas producciones hechas para televisión que nos ha hecho comprender, en cierta manera, la mentalidad de un homicida a través de unas tramas que apasionan y provocan “seguidilla”.

Constituye, además, un ejemplo actual de la fascinación mediática hacia los asesinos en serie que comenzó hace más de un siglo (¿Recuerdan cómo se hizo famoso Jack el Destripador?). Y es que a lo largo de décadas y décadas, estos atípicos y perversos personajes –de la realidad y la ficción– han seducido y proliferado literalmente a través de los medios de comunicación, despertando pasiones y comentarios.

Quién iba a decir que un asesino tan peculiar me iba a caer tan bien. Y quién se iba a imaginar que estaría de acuerdo con la matanza de sus víctimas, a pesar de verlas envueltas en plástico y desangrándose en casi todos los episodios.

Y es que “Dexter” es sobre Dexter. Quizás, uno de los personajes más interesantes y atípicos en el universo de las series de televisión (¡Ay si el doctor House me oye!). Un hombre “encantador” –y muy raro a la vez–, interpretado por Michael C. Hall, que parece una persona normal, pero cuya “voz interior” –que los espectadores escuchamos claramente– va desmontando esa imagen, guiándonos por el proceso –que le enseñó su papá– que sigue para controlar sus impulsos matadores y reencausarlos a terminar con la vida de otros asesinos que han salido impunes de sus crímenes. ¿Cómo no apoyar a este antihéroe? Ahí el dilema. Y el “gustico”.

Me atrevo a asegurar que Dexter supera las fronteras de la ficción. Sale de la pantalla y se instalan en nuestras cabezas como una manera de analizarnos (a los seres humanos) y encima, quizás, materializar aquella “promesa” que hacemos cuando leemos un crimen en la prensa (“yo a ese violador le cortaría el pene y se lo daría de comer”, por ejemplo… ¿ fui muy dark?). Y a través de él, definitivamente “nos atrevemos”.

Al señor Morgan lo acompañan en esta absorbente historia sus compañeros de labores (¿Les mencioné que es policía?), una familia súper disfuncional –incluyendo su hermana, sus tres hijos, su papá convertido en consciencia y su esposa, asesinada en la cuarta temporada– y unos villanos que entran, salen y mueren, y que han convertido este programa en objeto de culto.

En la nueva temporada (que todavía no se emite en Latinoamérica, pero que estoy siguiendo gracias al Utorrent; voy por el tercer episodio, descargando el 4, 5 y 6) me he encontrado con un Dexter destrozado tras la muerte de su esposa, con tres hijos a rastras y más afectado “que la tía Chary en el velorio de su marido”. Sin dudas, muchas incógnitas. Y nuevas oportunidades argumentales. Ya que cada capítulo es una forma de descubrir un nuevo perfil de este extraño “vigilante”.

Y yo ahí. Fanático al fin, ya me mortifico si habrá una “season six” el año que viene (no soy el único, de hecho hay un portal que solamente especula sobre el tema: http://dexterseason6.com) y, ante todo, de qué irá. En la primera, Dexter afrontaba la normalidad y la acepta; en la dos, comienza a vivirla; en la tres, se da cuenta que puede cambiar e incluso quiere ser normal; en la cuarta encuentra el modelo; y en la actual, se mezclan todos estos argumentos. Genialidad en dosis de 50 minutos. Un suero que me tiene embelesado con mi asesino favorito.

 

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