Las horas de la zona

Mañana Las horas pasan y nos transforman. Como reza el refrán “Cada día tiene su afán”,…

Mañana

Las horas pasan y nos transforman. Como reza el refrán “Cada día tiene su afán”, y en la ciudad colonial, las mañanas tienen el suyo.  Empleados que caminan apresurados a sus puestos de trabajos, turistas que buscan esa foto clásica de las palomas alimentándose en el parque Colón, y por supuesto, es la hora de tomar el clásico café en La Cafetera o en cualquier cafetín que dispense la “necesaria” infusión. Ya luego de hacer el recorrido visual, puedes captar el “espíritu”, la realidad es que existe una gran calma. Las murallas parecen contener el frenesí característico de cualquier ciudad, para que La Zona se envuelva en la calma. Llega el turno de las visitas obligatorias. Mucho antes que existiera la Avenida Abraham Lincoln, la avenida Winston Churchill o la Máximo Gómez, -todas con sus llamativas tiendas­­- estaba la calle el conde, y la verdad es que sigue ahí. Camínala, visítala y de paso, date un baño de cultura, y porque no,  conversa con uno de los Zoneros (habitantes de la ciudad por años), que son una fuente invaluable de información. Los puedes localizar en cualquiera de los bancos de los múltiples parques debajo de una “sombrita”.

Tarde

Con la huida del astro rey se comienza a sentir una “brisita”. Es momento de visitar los monumentos. La zona colonial es un conjunto de lugares históricos. Se calcula que existen un total 300 monumentos que son patrimonios culturales de la humanidad, debido a que son memorias históricas de la colonización y de la primera ciudad del Nuevo Mundo. Pero eso no es todo, a estos clásicos le podemos agregar otros más recientes como: El museo del Ron, el Museo Trampolín y el monumento al rock, Hard Rock Café Santo Domingo. Seguimos caminando por sus calles y llegamos a la atarazana. Que los niños caminen  o monten libremente sus bicicletas por la plaza España, sin temor de ser atropellado, mientras los padres disfrutan de una conversación en un banco de la plaza, es un “plus” en un país que cuenta con pocos espacios de recreo. 

Noche

Aquí cambia por completo la historia. El aire se torna bohemio y es tiempo de vivir sin preocupaciones. Léase que no nos referimos a un ambiente desenfrenado, (aunque no hay garantía de que esto no pase) sino a que es tiempo de Bureo. Las ofertas nocturnas son tantas y variadas que muy difícilmente no haya algo para cada quien. Sobre esto le explicaremos más adelante, sigamos en la casería del espíritu de “La zona”. Las noches, que alumbradas por las decadentes lámparas, llenan las calles de melancolía y romance, pero también de diversión. Es importante señalar que este es el momento para borrar de la mente la idea de que hay que ser de cierto “tipo de persona” para visitar la Ciudad Colonial en las noches. La mezcla de personalidades es lo que hace rico el ambiente. ¿Que está lejos? Sí, para unos más que otros. ¿Vale la pena? Dos noches correteando por todos los locales nocturnos me confirman que sí. 

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