Nicaragua hoy

La historia reciente de Nicaragua está vinculada a la vida de Daniel Ortega Saavedra, actual presidente de Nicaragua que ejerció el poder entre 1979 después del triunfo de la revolución liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y 1990, cuando perdió las elecciones de la Unión Nacional Opositora (UNO), una coalición de 14 partidos que llevó a Violeta Barrios a la presidencia.

La historia reciente de Nicaragua está vinculada a la vida de Daniel Ortega Saavedra, actual presidente de Nicaragua que ejerció el poder entre 1979 después del triunfo de la revolución liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y 1990, cuando perdió las elecciones de la Unión Nacional Opositora (UNO), una coalición de 14 partidos que llevó a Violeta Barrios a la presidencia.

Ortega volvió en enero de 2007, después de ganar las elecciones presidenciales en noviembre de 2006. Se reeligió en 2011 y nuevamente en 2016.

Esas últimas elecciones fueron muy cuestionadas, especialmente a partir de una reforma constitucional conveniente para quedarse en el poder. Pero logró tranquilizar el país con resultados más o menos satisfactorios. Cierta dinamización económica y mejoría de los ingresos, seguridad y paz aparente, hasta que en abril pasado se le ocurrió introducir una reforma del sistema de seguridad social que administra el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), y ahí se soltaron los demonios.

Pese a que días después el gobierno debió cancelar la decisión mediante la cual se aumentaban los gastos de bolsillo de los asegurados, la violencia se generalizó con una evidente participación de sectores populares.

Ya las víctimas fatales andan por alrededor de 200 personas y la conflictividad no cesa.

Un rechazo a una disposición desató un movimiento aparentemente economicista que devino en social, y ahora abiertamente político. Se pide la salida del presidente de la República.

Los intentos de diálogo no han prosperado y se teme que esa tirantez termine en una confrontación mayor de carácter prolongado.

Son muchas las hipótesis en juego, como la mano oculta de una poderosa nación que no tolera gobiernos que no se asumen bajo su órbita, con su propia versión de la libre determinación.
Pero Ortega lleva en el poder 10 años corridos, junto a su esposa la vicepresidenta Rosario Murillo, con una proclividad a sucederlo, algo irritante.

El continuismo y las demandas crecientes de las sociedades, especialmente las capas medias, no suelen congeniar. Es comprensible.

Al final, sólo los nicaragüenses sabrán encontrar el mejor camino. Pero cualquier solución a la crisis debe validarse por la vía institucional.

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