Ayer jueves, día festivo, desde las 9:30 am en el sector que vivo, lo usual todos los fines de semana es un camión con un altavoz comprando objetos viejos, como un reloj despertador. Construcciones en toda la ciudad, carros sin mufflers, motocicletas ruidosas permanentemente que se desplazan en nuestras calles sin importar hora del día o la noche, sumado a la modalidad de colmadones y bares abiertos, sin discriminación de sector, con música cuyo volumen es puesto sin tomar en cuenta los decibeles establecidos tolerables, todos estos causantes de ruido, unos de los factores de mayor incidencia en la salud física y mental de nuestra población. Prácticamente ningún sector está libre de esto, ocasionando desesperación en las familias.

Las consecuencias de exponerse permanentemente a ruidos son enfermedades neurológicas, cardiovasculares y serios trastornos emocionales en los individuos, y más aún cuando este experimenta una especie de frustración y desamparo al no poder hacer nada al respecto. Habría que estar en el zapato de quien, al llegar a su casa cansado, tiene una música que evita que hasta su saludo sea escuchado, o cuando por las noches, especialmente los fines de semana, donde se supone va a dormir después de una faena completa de trabajo, tiene que taparse los oídos con la almohada para evitar la mayor penetración de ruido en estos.

Como parte de la protección del medio ambiente existe un departamento anti ruidos, e inclusive, en los últimos tiempos se han estado realizando operativos, a través de los cuales se sacan de las calles negocios que violan la tranquilidad de las personas que viven en el entorno; no obstante a esto, los cierran y los abren nuevamente.

La principal raíz de esto es que no hay educación sobre la importancia de lo que significa la contaminación auditiva para las personas. He recibido grandes quejas de personas sobre cómo se pasan noches enteras llamando para que envíen las autoruidades indicadas para el control de esto, y no aparecen.

Este es uno de los grandes problemas que, en un país pobre, está acarreando graves consecuencias en la salud de la población. La solución está en manos de las autoridades. Mientras tanto, el ruido mantiene alterados emocionalmente a los individuos, sobre todo “ladrándose” unos a otros en nuestras calles. Esto no es sencillo.

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