Durante la época de la anexión a España, recayó en los médicos militares españoles gran parte de la responsabilidad sanitaria de la República, pero las enfermedades y las epidemias fueron el gran enemigo de estos soldados. De hecho en el 1862, se implementó el mismo reglamento sanitario que existía en Cuba y Puerto Rico. Este reglamento trataba de normatizar los servicios sanitarios, tanto en la administración de los centros médicos como el control de epidemias. Pese a ello en el 1864 nos atacó una epidemia de viruelas, que afectó sobretodo a la provincia de San Pedro de Macorís en donde era “una enfermedad general”, de acuerdo a una publicación de El Sol.

En el siglo XIX varias epidemias de cólera afectaron al continente, la más importante para nosotros fue la cuarta de esas epidemias. Ocurrió entre el 1863 al 1866, afectando desde la India hasta las islas del Caribe. En el 1866, se prohibió la entrada de barcos procedentes de múltiples destinos, designándose como “patentes sucias” los permisos de sanidad otorgados en esos sitios. Sin embargo, en febrero del 1867, se resolvió que los buques procedentes de Saint Thomas tendrían acceso a nuestros puertos, ya que en esa isla se había decretado la cesación de la epidemia. Refiere el Dr. Elpidio Ricart en su trabajo sobre la sanidad en Santo Domingo, que “en mala hora se tomó esa disposición”. La ciudad se vió afectada por una terrible epidemia de cólera en 1868, que coincidió con un estado de sitio. Emilio Rodriguez Demorizi escribió: “ la espantosa epidemia de cólera esta diezmando la horrorizada ciudad de Santo Domingo. Por donde quiera hay un cadáver, un moribundo o un convulso”. En esa epidemia falleció Juan Isidro Pérez, uno de los trinitarios, y protagonista de la obra de Rodríguez Demorizi “El ilustre loco”.

Durante varios años se prohibió el desembarco de pasajeros y mercancías de los barcos que procedían de Cuba, como el buque español “pájaro del Océano”, al que se le prohibió tocar puertos dominicanos en el 1870. En el 1873 el Ayuntamiento de Santo Domingo, proponía el uso de mercurio negro, tanto como tratamiento como prevención de las epidemias de cólera. En el 1873, se les otorga a los ayuntamientos y gobernadores provinciales atribuciones en materia de Sanidad, para tener acción rápida frente a estos eventos. El libro de Samuel Hazard sobre la isla, refiere que las epidemias eran mucho más severas en Haití que en nuestro país.

En 1869 el padre Billini fundó la casa de beneficencia, en el Convento de Regina, con el nombre de Conferencia de San Vicente de Paúl. En el 1880 el presidente Meriño, le concedió al padre Billini el edificio de San Andrés y sus anexos para establecer su casa de beneficencia, en lo que hoy conocemos como Hospital Padre Billini. Como hemos relatado en otro escrito, el padre Billini, estableció además el Manicomio y un orfanato en su portentosa obra filantrópica.

En el 1870 en Santiago y en el 1871 en Puerto Plata, se fundaron sociedades benéficas para construir hospitales inspirados en la obra del padre Billini. En Santiago se estableció el Hospital San Rafael, y en Puerto Plata el Hospital Civil, que luego sería el Hospital Ricardo Limardo. En Puerto Plata, los médicos Dres Dellunde y Tizol, hicieron grandes esfuerzos, así como más adelante el Dr. Carlos Zafra.

En los años 1881 y 1882, el país registró una de las peores epidemias de viruelas de nuestra historia, pese a que se habían tomado medidas para vacunar la población. En esta epidemia la labor extraordinaria del Dr. Pedro Delgado, salvó muchas vidas….

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