Primeros meses de 1966

El 14 de marzo de 1966, El Caribe publicó el interrogatorio practicado a Pedro María Pimentel en relación con el supuesto espionaje a la casa que habitaba Juan Bosch, y que se reproduce a continuación. En próximas Páginas, Retro reproducirá una larga saga de este suceso, que envolvió una explícita alocución de Juan Bosch, editoriales de periódicos, reacción de Antonio Imbert, y consideraciones de abogados y letrados.

14 de marzo de 1966

“Interrogatorio practicado por el doctor Luis Arzeno Regalado,
teniente coronel P.N., al nombrado Pedro María Pimentel en relación con asuntos que interesan a la Policía Nacional.

“Pregunta: Por sus generales de ley?

“Respuesta: Dijo llamarse Pedro María Pimentel, dominicano, de 19 años de edad, soltero, obrero, no porta cédula, domiciliado y residente en la calle 30 casa número 30 del Barrio Nuevo, frente a la Cervecería Nacional, kilómetro 6, de la Carretera Sánchez.

“Pregunta: Infórmenos qué hacía usted a eso de las 10:30 de la mañana, dentro de los límites de la residencia del profesor Juan Bosch, y por qué fue usted apresado por miembros de la escolta personal del referido líder político?

“Respuesta: Señores, ayer como a las 10 de la mañana, yo iba cruzando por un camino que hay en el kilómetro 7, de la carretera Sánchez. Yo iba cruzando desde la autopista para la carretera para visitar la mujer de un hermano mío que vive en el poblado en ese lugar, en eso me dio deseo de darle al cuerpo y me interné en un montecito que hay allí y cuando me disponía a bajarme los pantalones para hacer la operación, una niña me alcanzó a ver y salió huyendo donde su mamá, entonces vi que la señora se dirigía a donde los hombres rana, yo salí huyendo con destino a la autopista. Cuando llegué me alcanzaron dos hombres rana que me venían persiguiendo y me cayeron a culatazos y a rempujones, y cuando cruzábamos la autopista nuevamente conduciéndome hacia el monte a la fuerza, llegó un jeep de americanos y preguntó a los hombres rana por qué me maltrataban, entonces los hombres rana sobaron sus armas y los americanos no tomaron ninguna acción, quedándose tranquilos, mirando lo que ocurría. Después que el jeep de los americanos se retiró los hombres rana me introdujeron por un callejón, me metieron luego por un monte y después a la casa de Juan Bosch. Una vez allí me metieron en un hoyo redondo de más o menos 12 pies, sentado en una silla dentro del hoyo, y apuntaban hacia mí seis ametralladoras, cuatro arriba y dos abajo, todas sobadas y dispuestos a tirarme y había un teniente primero que decía “no le tiren, aguántense un momento”. Fue en ese momento que yo llamé al primer teniente, para decirle que estaba dispuesto a declarar todo cuanto yo sabía en relación con lo que ellos me habían dicho cuando me detuvieron, de que yo trabajaba con los americanos y que andaba en algún servicio de ellos, que tenía armas y granadas y como me estaban dando golpes le dije que yo no tenía granada ni portaba armas, pero que había un grupo de seis americanos, de los cuales conocía a uno de los sargentos William, y declaré que esos americanos me habían ofrecido $50, para que yo fuera por el bosque y buscara un camino por donde no hubiera centinela y se pudiera llegar sin ser visto a la residencia del profesor Bosch. Yo dije todo eso para defenderme y poder salvar mi vida, pero todo es mentira, ya que me iban a matar, me amarraron por los brazos y me llevaron corriendo para donde una mata de algarrobo, y hay un hoyo al lado de la mata y en el momento que me iban a poner un lazo para guindarme, agarré las piernas del teniente, besándole la mano, diciéndole “perdóneme papá, que lo que yo he hecho es inocentemente,” en ese momento había dos hombres rana que me apretaban el pescuezo con la soga y con la mano, y uno de ellos decía “mátenlo que ese es un policía que lo han mandado para hacer ese servicio”, me apretaban el lazo y el teniente me lo aflojaba, en ese instante comenzaron a volar tres helicópteros cerca de los árboles y cuando los rana vieron que esos helicópteros estaban pasando muy cerca de nosotros, salieron huyendo conmigo para la casa de Juan Bosch, nuevamente, y le dijeron a un capitán que había allá “que ellos no podían hacer nada conmigo, porque esos helicópteros de la Aviación andaban volando muy cerca”. En un campamento que tienen los ranas detrás de la casa de Bosch, me acostaron en un catre a darme culatazos para que yo declarara más de lo que había dicho, y yo no hallaba qué decirle y dos rasos de los ranas me dijeron en ese momento, que me habían conocido siendo policía cuando ellos eran guardias, aunque yo me negaba, me dijeron que le estaban rogando a Dios que llegara la noche y no me fuera a buscar la policía para fusilarme y que el público no me viera, que yo me había salvado anteriormente porque estábamos muy cerca de dos casas de familia y se darían cuenta de lo que me hicieran. Que ellos no querían que la policía me fuera a buscar allá, porque inmediatamente me trajeran al Palacio, P.N., me iban a soltar porque los policías eran unos desgraciados igual que yo.

“Pregunta: ¿Cómo se llama la señora del hermano suyo hacia donde usted dice que se dirigía?
“Respuesta: Señores, ella se llama Meirelys.

“Pregunta: ¿Y su hermano?
“Respuesta: Señores, se llama Agustín de Jesús Pimentel.

“Pregunta: ¿El camino por el cual usted se dirigía a la casa de la mujer de su hermano cruza por los límites de la residencia del profesor Juan Bosch?
“Respuesta: Señores, ese es un camino que pasa por el caserío que está como a 75 metros de la casa del profesor Bosch.

“Pregunta: ¿Dónde trabaja usted?
“Respuesta: Señores: yo trabajo con unos americanos que están frente al Matadero Industrial como peón y cuando no estoy haciendo nada allí, me voy al matadero donde botan los desperdicios para conseguir madera, cartones, tubos y los vendo y con ello me gano la vida.
Continúa la próxima semana.

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