Percepción, según el diccionario, es: “El conjunto de procesos mentales mediante el cual una persona selecciona, organiza e interpreta la información proveniente de estímulos, pensamientos y sentimientos… En la filosofía, la percepción es “la aprehensión psíquica de una realidad objetiva, distinta de la sensación y de la idea…”. Se pretende que percepción sea una interpretación errada de un contexto definido en estadísticas e informaciones distorsionadas. La inseguridad ciudadana es una realidad que desmiente los intentos de disfrazar la situación, de los que están supuestos a prevenir y evitar, combatir e investigar los organismos policiales criollos.

Cuando a las 11:30 de la noche, Mario se percata de la presencia de dos sujetos armados, dentro de la cocina de la casa, no hay espacio más que para el escalofrío y definir la situación de indefensión y el proteger a la esposa dormida y ausente de la realidad. Buscan dinero, joyas, armas y algunos, además, artefactos electrónicos. Todo pierde valor frente a un antisocial con control y poder, sobre una víctima dominada ante el influjo de una pistola con ánimos de sangre. Solo quienes hemos vivido esa amarga experiencia, podemos referir el sabor a metal en la boca, la impotencia de actuar contra el abuso, y la frustración de saber que nos somos más que la víctima propiciatoria del momento, mientras el corazón late desbocado.

Hizo la víctima lo apropiado de proteger con autoridad dócil, la vida propia y la de la esposa que dormía. La prisa de los ladrones no evita que revisen gavetas, detecten una cajita fuerte y se llevan cuanto encuentran, violando la intimidad del hogar y la habitación. No hay temor en esconder rostros, pero sí precaución de usar guantes para esconder huellas. Que la Policía ni se molesta en tomar y si lo hace, no procede a identificar a ninguno a pesar de tener identificados áreas de acción, métodos y sujetos, en una extensa, pero inútil, base de datos. Mueve a curiosidad el porqué se multiplican los asaltos y robos en casas, aprovechando descuidos o vulnerabilidades, con un modus operandi muy similar y con la certeza de que no habrá investigación alguna ni manifiesta intención de atrapar a los que mantienen en zozobra una población, que no quiere abandonar sus casas para enclaustrarse en apartamentos y convivir con una ciudadanía, que no sabe vivir en comunidad. La impunidad con que estos casos se dan, mueve a sospecha y muestra la fragilidad de nuestra propia seguridad como ciudadanos y lo indefensos que vivimos, a merced de una creciente población delictiva.

Los dos cacos que protagonizan nuestra triste historia andaban con sendas mochilas, pero transportaron la cajita probablemente en un vehículo que les esperaba. Se robaron la paz, hurtaron la tranquilidad y duele sobremanera no ser más que un número de estadísticas de la Policía contaminada de inutilidad y enferma de parálisis.

Posted in Edición Impresa, Opiniones

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas