Un pugilato de egos. Un filme que empieza y termina en la acción, no existe inicio, medio y fin de un acontecimiento. Tal como suelen ser los blockbuster norteamericanos de temporada para excitar plateas milénicas. Y para esa generación. Y la película es tal cual: satisface sus valores de autoexpresión, de inmediatez y búsqueda de experiencias constantes y sonantes, aquí y ahora, sin espacio para pensar. Y en ese sentido, el filme se adapta a la ideología generalizada de una aparente criticidad de ese público joven que se cree a pie juntilla con derecho a todo (sin sentirse en el deber de nada), irreverente con las instituciones públicas y cosas como nacionalismos a ultranza. Cualquier parecido con el neoliberalismo parece pura coincidencia, pero no lo es. –Y es algo muy bien trazado que venimos comprobando en películas como esta y en series de TV–. Los personajes son como esa generation millennials, cuya mayor característica es su súper ego, un yoísmo altamente contrapuesto a ese mundo real con su desarrollo analógico (por llamarlo de alguna manera). Subyacente, imperceptible al ojo milénico, está la banalidad de la violencia en un manejo absurdo cuando mezclado con vanidades de los personajes (hay que decirlo así aunque suene exagerado, pero, en todo caso, no más estrambótico que los Avengers esos). Por cierto, excelentes diálogos (conversaciones) bien definidos y construidos en un esquema de acción y mucho bla-bla-bla de picaresco humor. Si tuviera que encontrar algo que justifique su enorme éxito le conjugaría con las películas pornográficas con sus distancias definidas de cualquier argumento, pero sí mucho de aquello… Pues bien, el morbo se maneja en una estructura donde aunque las acciones violentas, las batallas son predeciblemente monótonas, machaconas, van hilvanadas con escenitas sabrosonas (afortunadamente saben cuándo editarlas y encajarlas con rutilante ritmo frenético videoclipero). Pero el discurso ideológico no se detiene en esa simplicidad, va de frente contra el establishment gringo, sus instituciones políticas que lejos de resolver son parte del problema. La familia somos nosotros los Vengadores (y quienes son como nosotros), es decir, suplanta a la familia, como lo hacen las bandas delincuenciales (por cierto, el protagonista es el villano). Interesante la escena final después de los créditos.

H HH Género: Acción. Superhéroes. Duración: 156 minutos

Posted in Crítica Cine

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