Una mente creativa que igual inventa el ´detector de mentiras´ como el personaje icónico de la ´Mujer Maravilla´ que potabilizó la figura de la mujer en el imaginario popular como una superheroína, allí donde solamente había machos superhéroes. Asistimos a los instantes que nos retrata cómo nacieron esas concepciones que en cierta medida influyen como “la gota que derramó el vaso” en muchos acontecimientos sociales. Entre esos la propia vida de Marston, cuya relación con su esposa y una alumna replicó el debate sobre el triolismo en los años 1930 a los del 1940. La directora y guionista, Ángela Robinson, presenta su visión de los hechos dando su enfoque del psicólogo William Moulton Marstron, y profesor en la universidad Radcliffe (vecina de Harvard), una universidad para mujeres (debido a la exclusión de mujeres asistir a las de hombres), y así presenta un interesante retrato de la mujer estadounidense. Marstron realizaba historietas (comic) pero firmaba con un seudónimo. Pues bien, es interesante conocer cómo es que surge su superheroína, nacida de sus ensayos sobre psicología de la mujer como punto nodal y que puntualizó a partir de cuatro características: inducción, dominación, subordinación y asentimiento. Es así como la esposa Elizabeth y la alumna asistente, Olive Byrne (nombres reales) se envuelven en una historia de lesbianismo y sadomasoquismo inducido por Marston. Con sensibilidad, la directora destaca el paño de fondo de aquellos años y plantea su propia visión sobre aspectos socioeconómicos y culturales con el impacto de la ley seca y la censura política e ideológica, así como los efectos de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Con su ansiosa estrategia narrativa cae en resultados de cliché (Hitchcock decía que es mejor partir de un cliché que caer en él). El filme se dirige a ser un gran drama con ribetes épicos, pero se olvida que para eso necesita de una tragedia. Elige valerse de convenciones propias del melodrama y, asimismo, la puesta en escena y la musicalización, sin espacios de reflexión de los personajes y, por ende, de nosotros, le matan el rumbo y con ello nuestra emociones que se quedan a medio camino. Para provocar nuestro morbo se vale de un qui pro quo de escenas de sexo picantes. Al emplearlo como truco de enganche, se le va de las manos con el público pensante, pero, por supuesto, le va bien con grandes plateas que la disfrutan sin más ni más.

HHH Género: drama biográfico. Duración: 108 minutos

Posted in Crítica Cine

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