“La televisión es un asco”. Ésta es sólo una de las frases contundentes que se dejan sentir, como modo de reflexión a la realidad que viven los personajes interpretados por los actores, bailarines y productores teatrales Orestes Amador e Isabel Spencer, en la obra La otra orilla, que agotó su primer fin de semana en el Teatro Guloya.

Tan poética y caótica como la canción “La construcción”, del brasileño Chico Buarque e interpretada por Fito Páez, que se deja escuchar en una de las escenas, fluye la trama de esta pieza escrita por el cubano Ulises Cala Roger y que refleja de forma indirecta, metafórica, las vicisitudes que pasan muchos isleños, por no mencionar ningún lugar en particular, en su afán de salir de sus tierras y buscar mejor vida.

Pero La otra orilla también es un canto al amor, a la solidaridad, a ese no sentirse tan solo, para pensar que el dolor duele menos y ellos, los actores, Isabel y Orestes transmiten esa sensación de inadaptados, pero irónicamente tan fuertes en sus convicciones, que el espectador se imagina a punto de naufragar junto a ellos, si es que la balsa esperada llega en algún momento. “El hombre es un ángel mutilado. Le cortaron las alas y lo convirtieron en un bicho inútil”. Cómo no puede calar en el público un parlamento tan definitivo como éste, cuando se ve la desesperación de los personajes por cruzar al otro lado, pensando que si en vez de caminar, pudieran volar, sus realidades serían distintas.

Con una escenografía minimalista, ideada por Fidel López, música que va de Héctor Lavoe a Carlos Varela y esas actuaciones comprometidas, serias, integrales y versátiles (lo mismo actúan que bailan), La otra orilla invita a la reflexión, pero también al deleite. La obra sigue en escena de jueves a sábado, a las 8:30 de la noche, y los domingos, a las 6:30 de la tarde, hasta el 29 dede abril en la sala Otto Caro del teatro independiente Guloya, en la Zona Colonial.

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