Un milenario autismo filosófico mantuvo a la Iglesia Católica al margen del pensamiento moderno hasta bien entrado el Siglo XX, provocando la estampida de una feligresía cada vez menos comprometida con las fabulaciones medievales, quedando apenas como refugio de mentes oscurantistas y recalcitrantes, lo que la encaminaba a la decadencia inminente. El sacerdote Manuel Antonio García Salcedo, con su obra Diálogo y Misión: Introducción a la vida y obra del papa Pablo VI (1897-1978), contextualiza el momento en que el Vaticano advierte el peligro de seguir de espalda a la Historia e inicia proyectos de cambios que aún parecen rezagados.
En el trayecto del monólogo al diálogo, de acuerdo con lo planteado por García Salcedo, la intelectualidad católica debió valorar el periplo iniciado en la Antigüedad Clásica por Sócrates, Platón y Aristóteles; los aportes de Agustín de Hipona en la Edad Media; de Nicolás de Cusa, Galileo y René Descartes en el Renacimiento, de Hume en el racionalismo y Hegel en la Era Moderna, hasta llegar a la fenomenología y el existencialismo de Heideger, Sartre, Gadamer, Habermas, Buber, Levinas, Husserl, Rosenzweig y Blondel, entre muchos otros.
La filosofía del “Yo y tú”, de Buber, fue según el autor, trascendental para motivar al Pontífice Giovanni Montini, en 1963, a dar el giro hacia un “Nosotros” integrador que le permitiera a la Iglesia entrar en sintonía con un siglo zarandeado por las secuelas de dos guerras mundiales, con ideologías y filosofías ateas, laicas o anticlericales cada vez más populares entre las nuevas generaciones.
“La vida comunitaria en su carácter originario fomenta la comunicación del yo-tú como superación del monólogo falso que divide a los hombres”, dice, para argumentar luego que el origen y el destino de la existencia humana “dependen de la comunicación interpersonal de los valores fundamentales de la vida”, enumerando la solidaridad, el respeto por el otro, la tolerancia, la no discriminación y el amor por el prójimo. Un libro apto para estudio y debate.
