Interrumpí la semana pasada una serie de PINCELADAS sobre el libro: “El Poder. Un nuevo análisis social”, del premio Nobel de Literatura Inglés, el filósofo y escritor Bertrand Russell, para abordar un tema de política electoral. Esta semana extiendo la interrupción para transcribir algunos fragmentos de poemas de Martha Rivera-Garrido.

Poemas de amor y desamor, como debe ser, escritos con palabras sencillas, pero con gran intensidad, que muestran su pasión por la vida, por la familia y por sus amigos.

Para mí era desconocida hasta que un poema suyo se hizo viral en las redes: “No te enamores”. Un gran amigo, lector e internauta con aspecto de hindú, me lo envió y recomendó su lectura. ¡Qué acierto! Un poema libre, con una atrayente rima interna y una engañosa simplicidad.

Dice al final de esta bella advertencia poética: “No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente. / No quieras enamorarte de una mujer así. / Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMÁS se regresa”.

Empecé a buscar sus textos y, meses después, en una feria del libro (y la comida), encontré: “Alfabeto de agua. Poesía reunida 1985-2013”, obra que, como bien dice ella en el “proemio”, que es todo un poema en prosa: “convoca y reúne a todos mis hablantes líricos (mis hablantes líricas) de casi tres décadas”, (p. 19).

El libro contiene cinco estudios críticos imprescindibles para conocer la época y el contexto vital de la autora y de los textos que comentan. Escritos por Miguel de Mena, Manuel García-Cartagena, José Mármol, Plinio Chahín y León Félix Batista, todos, como ella, miembros de la denominada “Generación de los 80’”.

Aquí unos versos, casi al azar: “no quiero hablar de la lluvia, / prefiero hablar de corazones/ y de gritos”. Y más adelante: “Ya es tarde,/ vámonos al infierno/ de sábanas con florecitas”. O este de intensa brevedad titulado “Injusticia”: “La ciudad se contorsiona/ en su jerga de luces y de metálicos ruidos/ sin reparar ni un segundo/ en tu larga sonrisa”.

Y dice la autora: “Soy madura: me queman la nostalgias”. Y al ser amado: “Eres el oscuro resabio/ de la miel en la garganta”. Y en otro “Destello”, le advierte: “Tú marcharás al son de otros/ tambores/ y yo prometo regalarte las/ banderas”.

Del poema “Ay amor”, transcribo estos versos: “Amo tus manos y la forma en que las usas/ No son invasivas ni se imponen/ Van como recorriendo pequeños senderos/ buscando sus fronteras…Amo tu risa, cuando está muy cerca de mi cara/ Tu aliento y tu pecho, donde mejor he florecido…

Y dice la autora, como refiriéndose a esa presencia del amor permanente: “Cuando no quiero verte abro los ojos”. Y frente a la muerte que: “Es tu boca el único lugar donde quiero morir asesinada”.

Un buen libro de poemas es un bálsamo. Recomendamos este de Martha Rivera-Garrido.

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