Si de mujeres en la historia del arte dominicano se habla, el nombre de la pintora y escultora Amaya Salazar resulta esencial. Es una de las artistas que por más tiempo se ha dedicado, con éxito, a esta profesión. Maestra de la luz y del color, Amaya es una creadora que su día a día se ve envuelto de formas, figuras, paletas, lienzos y pinceles; mismos que le permiten transmitir su visión creadora: la de una mujer valiente, luchadora, madre… que por décadas ha sido la protagonista de su obra. Para ella, el tener la dicha de trabajar por y para el arte es un privilegio, a pesar de la constante lucha de mantenerse, de seguir, de enfrentarse al público y a la crítica. Con ella tuvimos la oportunidad de conversar en su estudio sobre su ejercicio y evolución como artista.

¿A lo largo de su carrera ha desarrollado un hábito de trabajar diariamente, a modo de sacerdocio?
Como cualquier otro trabajo he tratado de manejarme siempre con un horario. Los artistas no podemos darnos el lujo de sentarnos a esperar el día que estemos en “disposición de”. Claro, habrá algunos en los que por más que uno trabaje no salga nada, pero de repente, en un instante arrancas y surge algo importante. Por eso uno debe mantenerse en actividad constante, porque además, una cosa te lleva a la otra… a encontrar nuevos caminos, vías, formas.

Hoy día, ¿qué permanece de la Amaya joven en la actual?
Creo que la búsqueda, el saber que hay algo por lo que trabajar diariamente; lo que te lleva finalmente a encontrar la línea/estilo deseado. Y aunque quizás en su momento llegué a lo que buscaba en un principio (el figurativismo-abstracto, como le llamo), me mantengo en la lucha de seguir encontrando aquello que enriquezca mi obra. Pero para esto se necesita un trabajo diario con el dibujo, en mi caso, y con los colores. Explorar es lo más básico de mi quehacer.

Ya que menciona el dibujo, que en actualidad es poco “valorado”, ¿qué papel juega esta técnica en su labor?
Para mí es vital, sobre todo por lo relajante que me resulta, además de que me permite vislumbrar el camino. Considero que es muy importante en la carrera de todo artista plástico. No lo tiene que utilizar, si así lo desea, pero para crecer es fundamental.

En este momento de su carrera, ¿qué la ha motivado a dar un paso más… aventurarse a nuevos medios a pesar de tener una carrera sólida y establecida?
El no repetirme. Sentía que si no me atrevía a esto iba a seguir haciendo lo mismo, a pesar de que mi trabajo gustaba bastante y tenía público. Pero necesitaba más… navegar en nuevas posibilidades, pues no podemos pensar que lo sabemos todo.

¿Cómo ha abrazado la gente su nueva propuesta?
En la última exposición que participé presenté obras en óleo tradicional junto a mis novedades, y tuve la oportunidad de apreciar que sí ha gustado. Creo que también se irán acostumbrando a medida de que siga trabajando en ello.

¿Y el proceso de adaptarse a nuevas técnicas y/o procedimientos, ¿cómo ha sido?
No es que haya sido difícil, es cuestión de intentarlo, aprender a manejarse.

¿Para quién trabaja… ?
En mi caso particular, entiendo que no trabajo para alguien o grupo particular. He tenido la “suerte” de que mi obra gusta bastante entre las personas. Con el paso de los años me he percatado de que es muy afín a la gente común. Incluso, muchos se visualizan en mis pinturas. Y eso es muy importante, que la gente logre una conexión con la obra.

Impulso
Mi compromiso con el arte me ha permitido seguir creciendo y superar los obstáculos que se han presentado en el camino”.

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