El Partido Revolucionario Moderno (PRM) celebró su convención en un momento muy especial, en el cual lo que predominaba en el ambiente político era la pelea entre reeleccionistas y anti reeleccionistas al interior del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). De todas formas, fue foco de atención de la opinión pública y la sociedad en general.

La cuestión es que la permanencia del PLD en el poder durante tantos años ha demandado como necesario un contrapeso, el cual, hasta ahora, a todas luces, sólo está en posibilidad de ofrecer el PRM. Su convención adecuada era clave para catapultarse como tal.

Por eso, la opinión pública sugería que los perremeístas debían comprometerse a realizar un evento que al menos cumpliera con los rigores de organización y participación en base a paradigmas democráticos.

Se efectuó en un período en el cual las convenciones participativas han desaparecido, y las agrupaciones políticas “resuelven” sus asuntos por mandatos o poderes especiales concedidos a sus jefes. El PRM dejaría eso atrás.

¿Fue exitosa la convención?

Al margen de la falta de detalles sobre el número de concurrentes y los votos contables obtenidos por los diferentes candidatos, puede considerarse como tal. Se efectuó correctamente.

Si miramos la historia del antecesor del PRM, en la cual las convenciones terminaban en trifulcas y cuestionamientos de todo tipo, habría que concluir que en general fue excelente.

Todos los informes concuerdan en que hubo una presencia muy significante en los centros de votación. Transcurrió en orden. No hubo robo de urnas, tiros. Lo más resaltante fue que los materiales llegaron tarde o no llegaron a 32 municipios.

Fueron competitivas, aunque singularmente signadas por una confrontación de “la línea”, el liderazgo consensuado, y muchísimos dirigentes medios.

Y eso es mucho para un partido que viene de viejas experiencias, aunque se reestructura como si fuese nuevo.

Alentemos al PRM a seguir avanzando, con la esperanza de que su convención servirá para que los demás partidos propicien la democracia en la elección de las autoridades internas y de los candidatos a los diferentes puestos en los municipios, el Congreso y el Poder Ejecutivo.

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