En esta sociedad de sofismas y engaños llegar a viejo tiene sus implicaciones. Quien exhibe setenta años es persona de la “tercera edad”, “envejeciente” o “adulto mayor” (aunque en ocasiones eso se simplifica en “maldito viejo” o “viejo’e mierda”). Eso sí: podrás carecer del debido respeto y de todas las prerrogativas que en los países civilizados se te reservan (como pensión, descuentos en algunos servicios y atención médica gratuita), pero aquí has alcanzado una gran conquista (algo es algo): te dan preferencia en las filas de los bancos. (Por eso conviene, como es mi caso, pintarse el pelo de blanco).

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