Adaptarse a los cambios no es solo una muestra de practicidad y fortaleza, es una demostración de inteligencia.

Superar las adversidades, mantener el control aún en las situaciones más difíciles, demuestra madurez y autodominio.
Reponerse al dolor, causado por la razón que sea, es prueba de fuerza y sensatez.

Perdonar las ofensas, los ataques despiadados de los cuales se puede ser objeto, aceptar las disculpas de quienes te han lastimado, es una condición propia de las personas evolucionadas.
Olvidar las infamias, las traiciones, las calumnias que de forma inmisericorde son lanzadas sobre nosotros, no solo nos deja ver como almas nobles, sino como personas inteligentes, que no tienen espacio para el rencor, porque están seguras de que esa clase de sentimientos residen en seres humanos con poco o ningún crecimiento espiritual, y a veces hasta intelectual.
Ofenderse porque alguien nos diga la verdad, y ésta no nos resulte favorable, demuestra que no estamos preparados para aprender.

Aceptar que no le podemos caer bien a todo el mundo, es ser realistas y es también una forma de darnos cuenta del nivel de nuestra sinceridad.

No es cierto que agrademos a todos a nuestro alrededor. No es verdad que a todos con quienes interactuamos, les guste nuestra forma de ser.

De esa misma manera, no todos los que nos rodean nos agradan por igual, no a todos les dispensamos el mismo trato, no todos actúan o se expresan de manera agradable.

Ahora bien, lo importante es tolerarlos y tolerarnos. No es una razón para discutir o retirarle la palabra a una persona, por el hecho de que la manera de ser y comportarse de esta persona no nos guste.

Todos somos diferentes, todos actuamos y pensamos distinto a los demás, pero es la madurez y la comprensión lo que nos permite interactuar con los demás de manera armónica.

La tolerancia no sería tan difícil si fuéramos más empáticos, si nos pusiéramos en el lugar del otro, si por un momento pensáramos cómo nos afectaría ser ignorados cuando queremos hablar, ser rechazados cuando pedimos perdón, recibir indiferencia cuando solo esperamos ser tomados en cuenta.

¿Por qué hay que esperar sufrir y padecer lo que le hemos hecho sufrir y padecer a otros para entender lo que se siente?

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