Sabina, una noche de risa, melancolía y pura poesía musical

Tan conversador como siempre y mejor de humor que la última vez, Joaquín Sabina puso al público dominicano a rendirse a sus pies en el Palacio de los Deportes durante un poco más de dos horas de concierto, en el que entregó 24 títulos de pura poesía musical.

Tan conversador como siempre y mejor de humor que la última vez, Joaquín Sabina puso al público dominicano a rendirse a sus pies en el Palacio de los Deportes durante un poco más de dos horas de concierto, en el que entregó 24 títulos de pura poesía musical.

El trovador español eligió Santo Domingo para despedirse de Centroamérica y decir adiós a uno de sus músicos, en una noche en la que, desde su llegada, advirtió que interpretaría un puñado de los temas de su nuevo disco, Lo niego todo, los cuales compuso y grabó tras ocho años fuera de un estudio.

“Esta noche también es un poquito melancólica porque hemos disfrutado muchísimo en esta gira por Latinoamérica, primero, y luego por Centroamérica; y hoy es el último concierto, no solo de este tour, sino, además, el último que damos con nuestro maravilloso Paquito (Paco) Beneyto”, dijo a mitad del concierto, cuando presentó a su maravillosa banda como la única del mundo en la que “los músicos cantan mejor que el cantante”. Y así lo quería demostrar al dejarle el escenario para que cada instrumentalista brillara con luz propia.

Con su característico sombrero en mano, reposando sobre su guitarra, el intérprete de “19 días y 500 noches” tuvo que detener sus discursos en varios momentos, por la ovación y risas que provocaba en la audiencia. En una ocasión, resaltó que algunos miembros de su orquesta llevan con él 35 años, “más de lo que alguna mujer me ha aguantado nunca”. “Debe ser porque no hay sexo”, dijo en tono sarcástico.

A su llegada, Joaquín Ramón Martínez Sabina, sacó a relucir que ha visitado las tierras calientes y caribeñas de la República Dominicana más veces de las que nadie cree, e incluso, recordó que conoció al intérprete de “Bachata Rosa” en Santo Domingo antes que este fuera “el Juan Luis Guerra que todos conocemos”.

El artista de 69 años, mientras dejaba el escenario a disposición de sus músicos, presentó a la que reconoce como “su hermana menor”, Mara Barros. Ella, coqueta y con voz gitana, acaba de presentar su disco Por motivos personales en el que Sabina dijo haber colaborado “solo un poquito”. “Un día estando con García Márquez, Gabo, cuando él estaba empezando no a perder la cabeza, sino que hacía que le patinaran un poco las ideas, le decía: -¿Gabo, cómo estás?- Y me dijo: -Hace tiempo que no me hago caso-. Yo pensé que era un verso genial que merecía seguirlo y ponerle música y así hicimos, ella lo va a estrenar ahora mismo para ustedes”, dijo abandonando el escenario a merced de Mara y “Hace tiempo”.

Luego de dos horas, chistes inteligentes, como él les llama, versos y anécdotas, Joaquín Sabina, sus seis músicos y Mara, su corista, se despidieron sin mediar palabras. Salieron del escenario tras solo hacer reverencias y regalar sonrisas. Nadie se movió. Los flashes de las cámaras permanecieron listos para capturar su regreso que tomó solo dos minutos antes de que se despidieran definitivamente y partieran a “negarlo todo” en Estados Unidos, su próxima parada.

Desde “Juez y parte” hasta “Lo niego todo”

El también poeta inició el recorrido con “Cuando era más joven”, un tema que data de 1985 del disco Juez y parte” (la más vieja entre todas las que cantó), y coronó con “Pastillas para no soñar” del 1992 de Física y química. Entre ambas, Sabina reveló versos de sus 24 producciones discográficas, las que ha grabado en 40 años de trayectoria, incluyendo otras como “Tan joven, tan viejo”, “Y nos dieron las 10”, “Posdata”, “Y sin embargo”, “Por el boulevard de los sueños rotos”, “Quien más, quien menos”, “Lágrimas de mármol” y “Lo niego todo”.

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