Todo el mundo, menos Casi, conoce las tiras de humor de Diógenes y Boquechivo, creadas por Harold Priego en el Diario Libre que dirige el destacado historiador y amigo Adriano Miguel Tejada. Con la partida muy a destiempo del colega Harold, su viñeta fue continuada por Samuel, su hijo.

En el coloquio organizado por el Ministerio de Cultura en la Feria del Libro del 2013, fuimos invitados junto a José del Castillo, Diógenes Céspedes y Adriano Miguel, para hablar sobre la caricatura y sobre Harold. Me centré, en ese entonces, en los orígenes de nuestra amistad en los inicios de El Nuevo Diario en la azotea de la editora Alpha y Omega de Miguel Cocco.

Pero ahora quiero exponer mi punto de vista con respecto a la ida definitiva de la viñeta de Harold.

Cuando supe que sería continuada por Samuel, le manifesté a algunos amigos que me abordaron el tema, que con la muerte de Harold, moría Boquechivo aunque públicamente le ofrecí mi apoyo y solidaridad a Samuel, como una forma de estimular el talento joven en un área que es bastante desierta en el país. No dudé, ni dudo del talento de Samuel como artista, como creador; pero sentía que continuar esa viñeta en el periódico era una camisa de fuerza que Samuelito heredaba. Pensé que se debió pasar a otra cosa, o lo que la creatividad, que tiene de sobra, sugiriera. Yo, sin conocer los acuerdos, también heredados.

En la Historia de la Caricatura existen muchos ejemplos de personajes cuyos autores llegaron al fin de la vida y sus hijos u otros dibujantes continuaron.

El caso de Boquechivo es muy particular y de hecho, en una conversación que sostuve con Harold en Punto Italia y que por suerte grabé con la ayuda de mi espía favorita, la periodista y escritora Tali Feld. Él manifestaba las dificultades que le ofrecía Diógenes y Boquechivo, los dos personajes, a pesar de la popularidad. Reconocía que en muchas ocasiones se sentía arrinconado frente a la situación nacional al tener que expresarla a través de ellos. Coincidimos en el enfoque de que eso se adaptaba perfectamente para historietas de la misma forma que existieron Mutt and Jeff. Sin embargo estos personajes no eran políticos y cuando fueron creados por Clare Briggs en el Chicago American en 1904, fue un fracaso. Cuando fue continuado por Bud Fisher en 1907 en The San Francisco Chronicle, fue un éxito que duró hasta 1982. Fue bautizada en Montevideo como Benitín y Eneas.

Frank and Ernest o Justo y Franco fue otro dúo como Batman y Robin, El Llanero Solitario y Toro, Enriqueta y Fellini del argentino Liniers, etc. pero para viñeta política los personajes tienen que ser los políticos mismos, los cuales cambian o envejecen según la reelección que se le aplique.

He sido un lector voraz de todo y de historietas y me pareció que Diógenes y Boquechivo encajaban más en esa línea. Es así como Roberto Fontanarrosa hizo de Inodoro Pereyra y Mandieta la historieta más leída en Argentina al igual que el despiadado Boogie inspirado en el gangster y asesino a sueldo Torpedo con argumentos de Enrique Sánchez Abulí y dibujos de Jordi Bernet.

Quino, gran admirado por Harold, lanzó Mafalda como tira cómica que fue inmediatamente reconocida por política que le dio un giro a la sosa Pequeña Lulú; pero al igual que Harold, se asfixió con los personajes y los soltó en banda para dedicarse al humor gráfico con sentido de inteligencia y sin la presión de nada. Mafalda paró cuando ya el personaje se le hacía monótono y repetitivo a su autor, su problema no era el dinero, como todo artista.

Harold hubiese querido ser Quino, algo imposible, porque Quino estaba del lado de Fidel, Chávez, Evo, Correa, García Márquez, una línea ideológica muy diferente con la venia de sus abogados.
Como también se les ha ocurrido decir que Harold hizo una caricatura como la de George Grosz en Alemania. Tanto Quino como Grosz fueron militantes de una causa ideológica definida en su momento que no tenía nada que ver ni con el franquismo ni con la doctrina Monroe de “América para los americanos”.

Harold venía del mundo de la publicidad y no le interesaba la política en lo absoluto. Su formación en Miami lo conduciría por el sendero que conocemos: un antihaitianismo ciego, una exaltación de la nalga de Yuleide que ninguna feminista osó protestar, y una conciliación con el poder, fuese Leonel, Danilo o Hipólito, como lo demuestran sus viñetas. Su presencia en cuatro diarios, de manera simultánea, le dio la fama y el dinero que quiso aparte de la lisonja de algunos escritores que no lo entendieron.

Murat Bernard Young, conocido como Chic Young, fue un dibujante exquisito que luego de crear Dumb Dora, de pelo negro, pasó a Blondie, la más famosa rubia del comic y traducida como Lorenzo y Pepita. Su continuación, por Stan Drake en los 80, permitió a la industria disfrutar de los millones generados por el personaje a pesar de que se percibía ya un cambio rotundo en el ambiente de la pareja. En el país apareció en las páginas de elCaribe con un humor muy “americano” que ocurría en el diván de la televisión y la oficina de Lorenzo con su jefe que se negaba siempre a subirle el sueldo. Hasta hoy la tira fue estirada y estericada y aunque se mantiene el ambiente hay “una pequeña gran diferencia” con la original.

Olafo fue creado por Dick Browne, pero a su muerte su hijo Chris, quien había ya colaborado con su padre, continuó la publicación. Hägar the Horrible, se conoció como Olaf el terrible u Olafo el amargado, pero en la continuación, la sosería fue notable.

El ejemplo perfecto, que pretendía comunicarle a Harold, y que creía podría haber sido su caso, era la experiencia del caricaturista Jeff McNelly del diario The Chicago Tribune, quien ganó varios premios Pulitzer de periodismo en los Estados Unidos. Porque allá y en otros países civilizados, el caricaturista es un periodista, lo que ha sido enfatizado por el profesor José Luis Sáez, pero desconocido por el “Colegio” y por los demás periodistas.

McNelly tenía la pluma que cualquier dibujante envidiaría por la excelencia de los personajes políticos de cada momento y por la creatividad en cada propuesta. Era la época del “cartoon” blanco y negro e internet solo existía en la CIA, FBI, KGB y en los comics de Dick Tracy. Sin embargo, cuando a McNelly se le ocurrió crear su personaje SHOES, que no dejó de ser político también, lo hizo como tira cómica de humor general. Humor Político y Humor General son dos cosas muy diferentes, por eso SHOES encajó perfectamente en la cotidianidad de un director de diario, pájaro, o sea ave, que tenía su oficina en un árbol y que magníficamente nos divirtieron con las ocurrencias de Jeff. Un cáncer se le atravesó en el momento cumbre de su creatividad y aunque las caricaturas de los diarios pararon, su hijo Jake continuó con el legado sin lograr que el zapato pisara como el de su padre.

A Rog Bollen lo hemos extrañado, desde sus animales graciosos y simples hasta su personaje emblema: Catfish o Bronco Bill.
Bronco, un vaquero, un poco a lo Olafo o a lo BC de Johnny Hart, nos fascinó. La continuación fue un desastre, a tal punto que cuando apareció el primer dibujo por su hijo, el cambio era muy notable, no solo del ambiente, sino de lo mal dibujado, de la mala copia.

Samuel tenía la ventaja, con respecto a los citados, de la tecnología, la computadora, que puede ser traicionera. Crear un ambiente nuevo en la viñeta con un Danilo, diminuto, de 10 años atrás, nos presenta un personaje estático, inamovible y rígido. El Leonel de Samuel es el de Harold COPY PAGE, pero resulta que tanto Leonel, como Danilo, cambiaron, lo mismo que Hipólito, similar a la política día a día. Leonel presenta hoy un bigote blanco y pelo gris y Danilo, aunque mantiene su popularidad, su misma calma, su música por dentro, la imagen es otra: pelo gris menos abundante, salto de charcos más cortos, etc. Hipólito no es el jovial y enérgico político de la era de la perra de mamá Belica, y volvemos a los personajes de historietas, los que una vez definidos, quedan fijos sin importarles el paso de los años. Es impensable ver a Mafalda adulta o vieja, o a Mickey Mouse con un bastón y sin dientes porque los personajes de historietas nacen y mueren de la misma edad, aunque el comercio haya podido incrustar un Supermán joven y un Archie niño.

En el caso de Samuel, el llamado “tigueraje” de Harold, no era más que su sello, algo que en arte es único y que no se hereda. Se puede heredar el talento para emprender otras ideas diferentes. A pesar del gran esfuerzo de Samuelito, con respiración boca a boca incluida, Boquechivo murió el mismo día que Harold se despidió de este mundo.

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