Hoy disfruta el cetro con las Águilas tras perder a una hermana por cáncer y que su padre sufriera un derrame cerebral

Si superar pruebas es de grandes soldados, Lino Rivera bien pudiese ser proclamado una especie de “Rambo”.

El dirigente de los campeones Águilas Cibaeñas atravesó por un mar de situaciones complicadas en el plano personal que el simple hecho de recordarlas hace que su voz se sacuda. “Lo primero es que el 2017 no fue fácil para mí, para mi familia, nosotros somos una familia muy unida”, comenta Rivera a elCaribe desde Guadalajara, México, donde hoy su equipo, en representación de la República Dominicana, debuta en la Serie del Caribe.

“La enfermedad de mi hermana fue todo el año, primero fue la espalda, no se podía levantar por dos meses. Ella se mudó al lado de mi mamá en Río Piedras (Puerto Rico) y era para ayudar a mi mamá y terminó mi mamá ayudándola a ella porque el dolor de espalda no la dejaba y estaba en cama”, dice el boricua de 52 años de edad sobre su hermana Awilda.

“Luego le sale lo del cáncer y ahí empezamos a preocuparnos. Busqué en los contactos que uno tiene por el béisbol y mucha gente apoyándome. Estaba con los Piratas de Campeche (en México) y estaba peleando por clasificar, pero yo renuncié para poder ayudar a mi hermana porque económicamente estaban gastando mucho dinero”, sigue revelando Rivera con palabras que sienten el golpe de haber perdido a un ser querido por la terrible enfermedad hace ya unos meses.

Rivera se vio obligado a realizar actividades para darle soporte financiero a su pariente. “Hice un torneo de softball y muchas otras cosas más. Con eso pudimos cubrir gastos de hospital, los fúnebres, muchas cosas. Agradezco mucho lo que los Piratas de Campeche hicieron por mí”, indica.

Su padre y la presión con Águilas

Rivera, con el corazón roto por lo de su hermana, no tenía ni idea de lo que venía. Pero, como si fuese el título de una película, el vendaval apenas comenzaba.

“Entonces pasa lo del huracán (María que destrozó la vecina isla) y entre el huracán mi hermana fallece. Yo tuve que ir varias veces a Puerto Rico y cuando mi hermana fallece, se tuvo que velar rápido porque no había luz en las funerarias y yo no pude asistir porque ya había hecho dos viajes en medio de la temporada, ya había pasado tiempo con ella, me quedé tres días con ella en el hospital”, dice el caballeroso capataz.

Poco tiempo después a su padre le da un accidente cerebrovascular.

“Luego que pasa eso, a mi papá le da (un derrame) en su casa y lo encontró un amigo, un amigo dominicano que vive frente a su casa”, relata Rivera. “Y si él no hubiese llegado ahí, él no estuviese vivo en esos momentos. Ahora se está recuperando. En medio de esto solo lo pude ver en el hospital en los días libres que tuvimos antes del inicio del Round Robin”, añade Lino, un ganador en su natal Puerto Rico y ahora con las Águilas.

A todo esto se suma la presión que vivió en la pelota local al dirigir a las Águilas, con una sequía de 10 años sin ganar. “La presión era constante de todo el mundo, pero yo me mantuve firme. Hubo dudas de la directiva, de todo el mundo, hasta de Manny (Acta), pero eso me dio fuerzas para dar lo mejor de mí. Todos esos comentarios de que si yo estaba presionado, me ayudaron”, dice.

Manny Acta, su jefe en las Águilas, valora el temple de Rivera. “Es un buen dirigente y mucho mejor persona. Nuestra amistad me permitió saber todo lo que estaba pasando y como el equipo ganaba pues podía ser tolerante y no abandonarlo”, dice Acta.
Lino, que actualmente atraviesa por problemas matrimoniales, se siente bendecido. “Dios me bendijo con esto de ser campeón. Esto no es mío, es de Dios y de mucha gente que está detrás de mí”.

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