La llegada del otoño

Para unos es el final de la juventud. Es tiempo de decir adiós a ciertas cosas que ya se van convirtiendo en inapropiadas para la edad y es el momento para adoptar nuevas actividades, esta vez más acordes con esta nueva etapa.

El paso del tiempo es visto de muchas formas.

Para unos es el final de la juventud. Es tiempo de decir adiós a ciertas cosas que ya se van convirtiendo en inapropiadas para la edad y es el momento para adoptar nuevas actividades, esta vez más acordes con esta nueva etapa.

Es cuando se inicia el balance del tiempo perdido, de lo que no pudimos lograr, de las oportunidades que dejamos escapar, de lo que perdimos por torpeza, arrogancia o ignorancia.

Algunos se aterran por el paso de los años, pierden toda esperanza y creen que para ellos todo ha terminado.

Mientras que para otros, el tiempo no pasa en vano, valoran cada experiencia, ven una oportunidad en cada adversidad. Se dedican a aprovechar cada enseñanza de la juventud y la convierten en un libro de consulta para evitar errores futuros.

Unos temen mirarse al espejo, para no ver los surcos que las líneas de expresión van dejando en su piel, y ni hablar de la rabia e impotencia al ver que el color de sus cabellos se ha desvanecido y hoy se torna blanco y opaco.

Otros agradecen el paso de los años, pues ahora pueden ayudar y aconsejar a los más jóvenes en su andar por la vida. Atribuyen la plata de sus cabellos a la experiencia y sabiduría que han ido atesorando en su transitar por el mundo.

Negarse a la realidad de los años y al inexorable paso del tiempo es negar la vida y la esencia humana, de la misma manera que lamentar la llegada del otoño es renegar de lo que somos y de lo que fuimos. Es una negación de lo vivido.

Es lo mismo que arrepentirse de las personas que hemos conocido a lo largo de nuestra existencia y de cada uno de los buenos momentos que nos ha regalado la vida.

El otoño es la etapa en que desaceleramos el ritmo, pues la madurez nos enseña a tomar las cosas con más calma, a pensarlo más de una vez, a contar hasta 10 y más…

Es la etapa en la cual no se nos permiten las equivocaciones, es cuando se supone que hemos aprendido a frenar los impulsos propios de la inmadurez.

El otoño es apasible, tranquilo, un tiempo para hablar en voz baja, de no acalorarnos en discusiones estériles. Es el tiempo de poner en práctica las enseñanzas de la juventud y cosechar la siembra que nos ha tomado toda una vida y que realizamos en todos los terrenos.

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