La Conferencia del Episcopado Dominicano divulga al año dos documentos fundamentales. Los denomina Cartas Pastorales. Una en enero, que suele asociarse a la celebración del día de la Virgen de la Altagracia, se centra en temas teológicos y pastorales. Ahora está centrado en “La Eucaristía, como Fuente de Comunión e Impulso de la Misión Eclesial” y el mensaje del mes de febrero, que se asocia a la celebración de la proclamación de la Independencia, el cual aborda temas más específicos sobre la realidad social, económica y espiritual del pueblo dominicano. Pero en ambas ocasiones, la problemática de la sociedad está presente, mediada por la visión de la fe como instrumento de búsqueda de la sanación o la superación de los problemas humanos o la paz espiritual.
La Eucaristía está concebida como “la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. Pero a través de la Eucaristía se potencia la espiritualidad para convertirse en acciones de amor, servicio, trabajo, sacrificio, fuerza y determinación humana para cumplir la misión social de la Iglesia.
En esta ocasión, la Iglesia convoca el Sacramento de la Eucaristía como “fuente de comunión e impulso para la misión… como pueblo, que camine unido hacia el progreso humano sostenible, hacia la consolidación de la justicia y la paz, la supresión de la impunidad y el reinado de la disciplina, la ética y las leyes”.
Asimismo, plantea que la Eucaristía tiene una dimensión social y llama a establecer una relación recta con Dios, con la naturaleza, con nosotros mismos y con los demás; invita a la solidaridad, a ayudar a “transformar nuestras comunidades y al mundo entero; estimula nuestro sentido de responsabilidad… Su cometido es contribuir con la luz del Evangelio a la edificación de un mundo habitable y plenamente conforme al designio de Dios”.
También “invita a reconocer y confrontar las estructuras de pecado…. la violencia, la injusticia, la pobreza, la explotación, la corrupción, las excesivas desigualdades, la exclusión, el feminicidio, la carencia de la solidaridad y todas las demás degradaciones sistemáticas de la vida o de la dignidad humana…”.
Es un mensaje de bien.