Cecilia García al final del arcoíris

Se sube el telón. Aparece ella llegando a la suite del hotel Ritz en Londres, ciudad a la que tanto amaba y adonde había llegado a agotar una serie de presentaciones.

Se sube el telón. Aparece ella llegando a la suite del hotel Ritz en Londres, ciudad a la que tanto amaba y adonde había llegado a agotar una serie de presentaciones. Ataviada en rojo y negro, en su atuendo de invierno, con unos guantes rojos de piel que parecían intentar contener la energía que emanaba de sus manos como emanaba de toda ella, en evidente muestra de disgusto y desencanto. Se pasea hacia uno y otro lado de la suite, rechazando su tamaño. Exigía una suite más grande, como a las que estaba acostumbrada. Su marido, el último de su larga lista, en principio con mucha paciencia, trataba de hacerle entender que sus problemas financieros no le permitían darse ya más ese lujo. Nos referimos a Judy Garland, la niña prodigio, protagonista de El Mago de Oz, una de las más famosas actrices y cantantes estadounidenses del siglo XX, interpretada por Cecilia García en la obra teatral y musical Al final del arcoíris.

Una vez más quedamos atrapados en la fuerza interpretativa que emana Cecilia García en cada personaje que le ha tocado representar. Imposible separarla de sus personajes.

La obra, de Peter Quilter, gran éxito mundial, es intensa, como intensa es la actuación, porque intensa fue la vida de Judy Garland.

Y nadie como Cecilia García para adentrarse en la vida del personaje. Tiene un talento excepcional. De ahí sus constantes éxitos. Y así, vemos cómo proyecta los miedos, traumas y fantasmas de Judy Garland como lo fue su personaje de El Mago de Oz que para ella terminó siendo un fantasma que la atormentó toda su vida, como la atormentaba el recuerdo de su madre quien lejos de protegerla le sacaba beneficio, explotando su talento artístico, siendo apenas una niña.

Esa coctelera de emociones y dependencias que Cecilia las vive a flor de piel, se percibe en cada detalle, en cada gesto, en cada expresión de la Garland, en cada suspiro, poniendo toda su fuerza y lo hace de manera tan natural y tan espontánea que sentimos la conexión con la vida catastrófica del personaje marcada desde su infancia por lamentables episodios, hasta llegar a su destrucción: el suicidio.

La fuerte personalidad de Garland que en muchas ocasiones lograba situarse por encima de sus desgracias, es magistralmente interpretada por Cecilia.

La obra, que desde hoy estará abierta al público en la sala principal del Teatro Nacional “Eduardo Brito”, recrea una suite en el legendario Hotel Ritz en Londres, 1968, meses antes de su muerte y en la mítica sala de conciertos “Theo Talk Of The Town” también de Londres, uno de sus lugares favoritos. El drama narra el regreso a escena de Judy Garland en la Navidad del año 1968.

La interpretación de la Garland lamentando su soledad y su falta de libertad, destaca tanto como cuando llega a la habitación del hotel completamente embriagada y derrumbada, siendo consolada por su incondicional pianista. Y es que su falta de libertad, ese tener que estar, tener que hacer y que complacer, atormentaron siempre su existencia. De hecho, terminaba cada uno de sus espectáculos con la frase: “ Si las felices aves pueden volar más allá del arcoíris, ¿por qué, oh, por qué, no puedo hacerlo yo?
Cecilia mejor que nadie sabe transmitirnos el encanto melancólico y los cambios de ánimos de la Garland, su lenguaje corporal afectado por su fármaco dependencia, quien vivió luchando contra la adversidad. Sus éxitos se vieron empañados por sus adicciones y problemas financieros.

Definitivamente, la actuación de Cecilia es impecable, en ella es un don. Su dramatismo es innato. Es ella la primera actriz del Caribe en protagonizar esta importante obra teatral y musical. Sube a escena con los actores José Lora (Checho), interpretando al amigo pianista de toda la vida de Judy Garland, y Mario Arturo, quien en la obra interpreta a Mickey Danés, su último marido. Buenos actores que enriquecieron la puesta en escena.

Nada de esto hubiese sido posible sin el arduo trabajo en equipo bajo la magistral dirección de Carlos Espinal, quien cuenta con una amplia trayectoria como actor y director. Tres meses de arduo ensayo, entre siete a ocho horas, los siete días de la semana, sin dejar nada a la improvisación ni a la suerte. La excelencia tiene su recompensa. La premier fue presentada este miércoles 22 de noviembre en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, en una producción de Primera Memoria Producciones and Films. Estará en escena hasta el sábado 25.

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