Félix Benítez Rexach – 13

Con este artículo del ingeniero Salvador B. Dájer contestando unas declaraciones del señor Benítez, damos por concluida esta serie sobre este personaje.

Trabajos del Indrhi en 1969.

Con este artículo del ingeniero Salvador B. Dájer contestando unas declaraciones del señor Benítez, damos por concluida esta serie sobre este personaje. Este artículo es muy largo y ocupará tres Páginas Retro más. No hemos querido acortarlo porque todo su contenido es sumamente interesante, y fue otra de las veces que el señor Benítez recibió una contestación contundente de conocimientos de un técnico dominicano, a los que el señor Benítez se complacía en menospreciar.

El artículo del ingeniero Dájer se explica por sí mismo, por lo que no es necesario abundar en explicaciones sobre el mismo, y nos limitamos a reproducirlo a continuación.

El Aliviadero del Yuna y el Canal Cristóbal – 1
Listín, 25 de marzo de 1969

En un discurso pronunciado por el Honorable Señor Presidente de la república, doctor Joaquín Balaguer, en el Country Club el día 26 de febrero próximo pasado (1969), expresó que: “… la causa del desarrollo nacional necesita de técnicos formados en la universidad; pero técnicos idóneos que eviten al país costosos errores como el del Canal Cristóbal y el Aliviadero del Yuna”, frase trascendental cuya primera parte mueve a meditación, mientras que la segunda parte merece un examen ampliamente explicativo.

Y digo que mueve a meditación porque habiendo en Santo Domingo tanta tela que cortar en obras que costaron tantos millones, como las del señor Félix Benítez Rexach, la autopista Duarte, la estación experimental arrocera de Madre Vieja, los astilleros Gibbs, etc., etc., etc., todas planeadas y ejecutadas por técnicos extranjeros, obras cuyas cualidades negativas no necesitan recomendación, uno piensa: ¿Por qué el Aliviadero del Yuna? ¿Por qué el Canal Cristóbal y por qué el técnico dominicano? Tal parece que no fueran ni técnicos ni dominicanos los informadores del Señor Presidente y uno sigue pensando: ¿Qué habrá detrás de tan amañada información? ¿Qué persiguen los informadores del señor Presidente?

Y, aunque quizás no sea yo la persona más indicada para hacer el examen explicativo del Canal Cristóbal y del Aliviadero del Yuna, voy a hacerlo por mi participación destacada en la construcción del primero y mi contribución en hacer una realidad el segundo, no para tratar de justificar inexistentes errores sino, precisamente, para demostrar que no los hay. Y en seguida entramos a precisar situaciones y conceptos:

El Aliviadero del Yuna: comenzaré por referirme al artículo suscrito por el Señor Félix Benítez Rexach publicado en el Listín Diario el 5 del corriente, bajo el epígrafe “El Aliviadero del Yuna”, en el que su autor se hace eco de la frase presidencial para, acomodándola a sus intereses, procurar hacer daño al profesional dominicano.

Se comprende que cuando el Presidente habla es para referirse generalmente a problemas y soluciones dominicanas, para los dominicanos que deben interesar a los dominicanos, y que, aunque aparente equivocarse, lo verdaderamente importante es lo que quiso decir. Además, su buena fe lo respalda y hay que reconocerle siempre buena intención.

Pero que el señor Benítez, que no tiene derecho a ello, quiera aprovecharse de nuestras diferencias de criterio y de las informaciones incompetentes o aviesas dadas al Primer Magistrado de la nación para pronunciarse en la forma abusiva e imprudente en que lo hizo, no puede pasar inadvertida ni sin comentarlos.

El señor Benítez debiera ya saber que no puede uno emitir opiniones a la ligera, sin una base cierta, ni producir y publicar informes seudocientíficos, pues se podría fácilmente caer en errores lamentables, como el sinnúmero de los cometidos por el propio señor Benítez en su artículo del día 5, algunos de los cuales señalamos y comentamos a seguidas:
Por ejemplo: El Señor Benítez reclama la paternidad del Proyecto del Aliviadero del Yuna, cuando es fácil verificar que hace más de 40 años ya se hablaba de ello en el país y, ya en el año de 1938 la prensa se hacía eco de la conveniencia y ventajas de su construcción.

A seguidas se refiere el señor Benítez, orgullosamente, a su genial realización del muelle de Santo Domingo, aunque admite que “todavía abundan las críticas.” Y ¡cómo no han de abundar! Si uno piensa tan solo en los rompeolas de Sans Soucí y del obelisco y en los millones de pesos que costaron, concluye en que lo que nuestro Mar Caribe se ha llevado ya de ellos debe haber costado mucho más que la inversión conjunta del Canal Cristóbal y el Aliviadero del Yuna. No creo, pues, que sea precisamente el puerto de Santo Domingo una obra para enorgullecer a nadie y menos a los que como el propio señor Benítez saben que la obra se hizo de “oídas”, sin planos ni estudios de ninguna clase y a un costo que sería demasiado penoso hablar de ello. Al señor Benítez se le olvidó mencionar en su artículo los muelles de Puerto Plata y Haina. ¿No le llenan también de orgullo estas obras?

La forma como el Indrhi realizó la construcción del Aliviadero del Yuna es, sin razón, motivo de jocosa crítica por parte del señor Benítez, que lo llama “fantástico aliviadero”. No critica el emplazamiento porque es el mismo que siempre indicaron los habitantes del lugar y el mismo que el señor Benítez se disponía a hacer. Pero mientras él proyectó un canal de dimensiones astronómicas y de costo más astronómico aún, que sería realizado con su draga flotante, funcionarios del INDRHI, entre los que estaba yo, proyectamos tan solo un pequeño canal de dimensiones limitadas y de costo limitado también, que el río en sus avenidas se encargaría, sin costo alguno, de agrandar por erosión hasta cubrir sus propias necesidades de desagüe, como en efecto ocurrió, y ello sin tener que pagarle al señor Benítez el tremendo volumen de excavación que el río nos haría gratuitamente. Nuestro proyecto en sí contemplaba la construcción de una zanja o aliviadero, y, además, de un control o dique-vertedero a la entrada del mismo, de tal manera que sólo los excedentes de las avenidas del río pasaran por el aliviadero, mientras que el caudal de estiaje debía continuar circulando por el curso antiguo del río, para mantener en esa parte del río la navegación comercial y el abastecimiento de agua a los ribereños. Para esto se solicitó al gobierno la suma de RD$50,000, el gobierno aprobó el proyecto y asignó RD$5,000 (cinco mil pesos) que bastaron para hacer la zanja, pero no el control o vertedero, y como nunca más hubo otra asignación de fondos; el trabajo quedó sin terminar. De esto deben tomar nota el señor Benítez y demás interesados, para que a ciencia cierta sepan lo del mayúsculo desperdicio de fondos públicos a que se refieren en sus informes.
Continuará la próxima semana

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