Aníbal De Castro: “En la diplomacia he afianzado mis experiencias”

Aníbal De Castro, el periodista, el diplomático, no necesita presentación. Un hombre para quien la búsqueda de la excelencia es una tarea inacabable, lo que ha transmitido como importante legado a sus cinco hijos. Aníbal, “por casualidad”, pasó&

Aníbal De Castro, el periodista, el diplomático, no necesita presentación. Un hombre para quien la búsqueda de la excelencia es una tarea inacabable, lo que ha transmitido como importante legado a sus cinco hijos. Aníbal, “por casualidad”, pasó del periodismo a la diplomacia. En ambos escenarios ha dejado su impronta. Ahora, hace maletas, desde Madrid, España, se dirige a Bruselas, Bélgica, donde fungirá como nuestro embajador y paralelamente jefe de la Misión ante la Unión Europea.

“Representar al país con dignidad es ya de por sí un reto”, responde al preguntársele cuál ha sido el principal reto que ha tenido que afrontar como diplomático. Y así como ha acumulado una carga de recuerdos y satisfacciones, también de insatisfacciones y tareas inconclusas. Pero el tiempo no merma sus afanes por la excelencia y la innovación. Mucho menos la pasión por la vida.

Ese es Aníbal De Castro… quien en los próximos diez años se imagina “sobre la tierra, vivito y coleando”, jocosamente nos responde al compartir con elCaribe algunos de sus momentos memorables en lo personal y profesional.

Tanto en el periodismo, que ha sido su vida, como en la diplomacia, ha afianzado sus experiencias y accedido a nuevas vivencias.

1. Infancia
Mis recuerdos de infancia son plácidos. Mi padre, cuyo nombre llevo, era comerciante, un hombre disciplinado, trabajador y que veía la honradez como un valor insustituible. En nuestra casa, en Hostos, nacieron mi interés por la lectura y el convencimiento de que la educación es la vía más adecuada para salir adelante. Estudiar era una obligación, y a la luz de una lámpara de gas madrugábamos para las tareas y lecciones escolares. Y, además, rezar el rosario en familia. En el pasillo que separaba las habitaciones de la sala y el comedor, había un mueble-biblioteca con libros y revistas. Una amplia colección de Selecciones de Reader`s Digest me transportaba a un mundo de ensueños y a esas lecturas tempranas atribuyo mi pasión por los viajes, por otras geografías y culturas.

2. Del sacerdocio al periodismo
Luego estuve en el Seminario Misionero, en San José de las Matas, donde reemplacé la vocación sacerdotal por la de periodista. Ahí conocí los clásicos, me adentré en el latín e idiomas y creció mi afición por la literatura. A mis maestros, sacerdotes canadienses de gran firmeza espiritual y vocación de servicio, debo en gran parte lo que soy. La disciplina era dura y fomentaban la competencia con la lectura en público de las calificaciones de todos los estudiantes, los miércoles en la noche. Mensualmente, daban a conocer el listado de los sobresalientes. Me propuse ocupar el puesto número uno. Me costó al principio, pero en el segundo y tercer año se convirtió en una rutina escuchar a final de mes: Aníbal de Castro, primer puesto.

3. Bachillerato, entrada a El Nacional
Terminé el bachillerato en el Colegio Loyola, en 1966, y creo que mi foto está en el cuadro de honor. Entré a la UASD, y en mi primer año me contrataron para trabajar en El Nacional. El director, Freddy Gatón Arce, era mi profesor de redacción. Se convenció con la primera prueba de que tenía madera para periodista y me ofreció trabajo. Me acuerdo que fue a la pensión donde vivía, frente a la casa de Rafael Herrera en la avenida Independencia, buscándome. Luego me localizó en Radio HIN, en La Feria, donde trabajaba a medio tiempo como secretario de la directora, Olga Catrain de Bonilla, gran señora que me tenía afecto y, más que jefa, era como mi tutora.

A otro sacerdote, el jesuita Sergio Figueredo y con cuyo Centro Universitario Dominicano colaboraba, debo que antes de entrar a la UASD ya hubiese repasado varios textos de periodismo, los cuales adquirió para que trabajara con ellos en la pequeña biblioteca que tenía en su oficina, en El Conde 47.

4. De la UASD a Gran Bretaña
De la UASD, donde llegué al final de la carrera, pasé a estudiar en Gran Bretaña. Ya para ese entonces trabajaba en Última Hora y era el jefe de Redacción. Fue una decisión que marcó mi vida. No me fue fácil dejar un puesto ejecutivo para convertirme en estudiante en un país extraño. Al profesor de Sociología Política debo una lección invaluable. También era mi tutor, y me le quejé por la nota que me había dado por un ensayo. “Sabes, Aníbal”, me dijo, “tienes material de primera clase y como tal debes esforzarte”. Sí que lo escuché, y, de 62 estudiantes, dos nos graduamos con los máximos honores.

Si alguna lección he tratado de enseñarles a mis cinco hijos es que la búsqueda de la excelencia es una tarea inacabable. Que tratar de ser el mejor nunca debe cesar como estímulo vital, no importa en qué actividad nos desarrollemos.

5. Del periodismo a la diplomacia
Pura casualidad. Cansado tras años intensos de trabajo, dejé el periódico y las empresas que contribuí a fundar, Diario Libre, la revista Rumbo y la Editorial AA. En un desayuno con el entonces presidente electo en 2004, Leonel Fernández, en la casa de Carlos Morales Troncoso, aquel me preguntó qué haría. Le dije que no tenía planes. En realidad, me planteaba irme a vivir por un año a Canadá con mi familia, en una especie de descanso sabático. Luego, el presidente Fernández me pidió una lista con cinco lugares donde me gustaría ser embajador. Una noche, Morales Troncoso, ya canciller, me llamó y simplemente me dijo: “Aníbal, Londres”.

6. Experiencia en los dos campos
La diplomacia y el periodismo tienen más puntos en común que en oposición. En ambos desempeños he tratado de dar al máximo de mí. Mi experiencia periodística ha sido un plus, sin dudas. Tanto Fernández como el actual presidente, Danilo Medina, han confiado en mí y por ello me siento muy agradecido. El interés nacional rige mi trabajo, complicado a veces, pero siempre estimulante. Dirijo la embajada igual que Última Hora, Rumbo o Diario Libre: con entusiasmo, exigencias y sin admitir flojeras o indisciplinas.

7. Retos como diplomático
Representar al país con dignidad es ya de por sí un reto. No somos una potencia y hacerse notar como embajador en cualquier país con miles de diplomáticos ya constituye un desafío. La clave reside en identificar cuáles son los intereses dominicanos en cada capital y circunstancias, y perseguirlos con firmeza. E igual tenacidad aplicar en la defensa de la imagen del país y de la diáspora dominicana en todos los escenarios.

8. Periodista o diplomático
El periodismo ha sido mi vida y aún escribo cuando tengo tiempo. Crecí en edad y responsabilidad como periodista, y en esos años procreé mi familia, de la cual me siento muy orgulloso. En la diplomacia he afianzado mis experiencias y accedido a nuevas vivencias. Hasta me siento y actúo como diplomático. Quizás mis años, que ya son muchos, concuerdan mejor con el oficio diplomático y su reclamo de mesura, observación acentuada y conducta transparente.

9. Trayectoria como diplomático
En todos y cada uno de los destinos he acumulado una carga de recuerdos y satisfacciones. También de insatisfacciones y tareas inconclusas. Mi primera etapa, en Londres, me obligó a cambios profundos en mi manera de ver la vida y supuso enrumbarme por caminos que desconocía. Estados Unidos requirió esfuerzos extraordinarios porque vivíamos una etapa de malquerencias con el país, además de ataques infundados. En España, he debido confraternizar con una comunidad de dominicanos con problemas específicos. Simultáneamente, con relaciones binacionales sólidas, mucho interés por la República Dominicana y una cultura que ha sido nuestra madre nutricia. En resumen, que de todas mis misiones me llevo buenos recuerdos.

10. Editor de medios
Ante la pregunta de que si contemplo en el futuro volver a la carrera de editor de medios de comunicación. La respuesta: No figura en mi radar, pero quién sabe. A mis años no mantengo el mismo interés por una profesión que hasta cierto punto desconozco, por los cambios que ha sufrido a causa de las nuevas tecnologías.

En el Reino de Bélgica y la Unión Europea

“Igual que siempre, avanzar los intereses dominicanos al máximo. La UE atraviesa circunstancias extraordinarias. En lo que nos compete, se trabaja en la definición de las relaciones con los países de nuestro entorno geopolítico y nivel de desarrollo. Las dificultades internas de seguro que influyen y condicionarán esas relaciones. Paralelamente, Europa es un protagonista de primer orden en el tramado internacional, tenemos un acuerdo de asociación económica con ramificaciones en todo el Caribe y compartimos los valores democráticos. De seguro que me esperan jornadas intensas, y trabajo en mi preparación a fin de no defraudar la confianza que en mí han depositado tanto el presidente Medina como el canciller Miguel Vargas. 

¿Un nuevo medio?
“No descarto empresas nuevas ni me atemoriza retarme a mí mismo. El tiempo no merma mis afanes por la excelencia y la innovación. Mucho menos la pasión por la vida.”

El comienzo
“Mi primera etapa, en Londres, me obligó a cambios profundos en mi manera de ver la vida y supuso enrumbarme por caminos que desconocía”.

Afinidades
“La diplomacia y el periodismo tienen más puntos en común que en oposición. En ambos desempeños he tratado de dar al máximo de mí”.

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