Predicciones astrológicas

Cuando se habla de las elecciones del 2020, en ciertos ambientes políticos se apuesta a una confrontación entre dos que ya han ocupado el más alto cargo de la nación: los expresidentes Leonel Fernández e Hipólito Mejía. Predecir el futuro no…

Predicciones astrológicas

En una entrevista telefónica con periodistas españoles sobre “El rugido del león”, respondiendo a una pregunta les dije que no me cabían dudas de que el expresidente Fernández ganaría las elecciones del 2016 si llegara a ser nominado como…

Cuando se habla de las elecciones del 2020, en ciertos ambientes políticos se apuesta a una confrontación entre dos que ya han ocupado el más alto cargo de la nación: los expresidentes Leonel Fernández e Hipólito Mejía. Predecir el futuro no parece tarea humana e intentar la hazaña genera por lo regular sensaciones ingratas. De manera que esa posibilidad, además de extemporánea, no entra en un análisis realista de la sociedad en que vivimos. Pura predicción astrológica.

Cuando escucho hablar de ella, muy frecuente en la radio y la televisión, me envuelve una escalofriante sensación de angustia y no necesariamente por razones personales porque los he tratado a ambos y no los creo capaces de tramar daños contra terceros. Pero tengo la obligación conmigo mismo de decirles por qué esa difícil posibilidad me espanta. En las elecciones pasadas, como ya he planteado muchas veces, votaron por primera vez cientos de miles de jóvenes que no habían nacido cuando ya el señor Fernández tenía dos años en el cargo. Algo parecido puede decirse del señor Mejía, quien además le lleva algunos años. De suerte que esas ofertas electorales serían anti históricas, un desafío a la racionalidad. Casi como lanzarse de un décimo piso.

Los intereses y la visión de buena parte de los votantes en el 2020 difícilmente coincidan con esos dos varones de la política dominicana. La problemática internacional y las reglas en las relaciones entre las naciones serán tan distintas que les resultará imposible acomodarse a las exigencias que esas realidades impondrán al ejercicio del poder. Nuevos valores dominarán la escena o estarán floreciendo en el ámbito nacional, pujando para encontrar espacios.

Además, sabemos que los tardíos intentos de regreso en la política no llegan cuajados de propuestas de redención de sus propios errores, sino de objetivos muy personales que solo consiguen reeditar vicios superados.

Posted in Edición Impresa, Miguel GuerreroEtiquetas

En una entrevista telefónica con periodistas españoles sobre “El rugido del león”, respondiendo a una pregunta les dije que no me cabían dudas de que el expresidente Fernández ganaría las elecciones del 2016 si llegara a ser nominado como candidato por su partido, probablemente con más votos de los que jamás ha obtenido. A menos, claro está, que ocurran acontecimientos inesperados en el ámbito político, lo que parece poco probable en el ambiente de dominio absoluto que él logró sobre todos los órganos de decisión del Estado, en especial el Congreso y la Justicia, y de una parte considerable de los medios de comunicación. Un control de la vida política nacional en una dimensión comparable sólo a la de una dictadura como la que el país sufrió en el interregno de 1930 a 1961, la de Trujillo, felizmente muerto en una emboscada hacen 52 años.

Me atreví a pronosticar que si se le llegara a escoger como candidato, el Congreso actual modificaría la Constitución para permitir de nuevo la reelección consecutiva y facilitarle de ese modo reinar, como ya lo hiciera como todo un monarca absoluto, por dos o más mandatos, o mientras vida tenga.

Ese sería inevitablemente el resultado, porque el poder cuando se ejerce de la manera en que él demostró ser un artista, carece de límites, con pérdida total del sentido de la proporción y del equilibrio. Y si esa nominación llegara a producirse, el presidente actual, su sucesor, que al protegerlo asumiendo calladamente la herencia de déficit y desaciertos que ha encontrado por doquier en la difícil tarea de reencaminar a la nación, sería su objetivo principal, para allanarse el camino de su permanencia infinita y librarse así del escollo que representaría un potencial oponente en su propia casa en el 2020.

La tradición de silencio, conformismo y resignación del país refuerza tan fatal predicción.

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