Un Estado Devastado (II de III)

Ante la reflexión presentada en nuestra entrega anterior, nos preguntamos una vez más, ¿qué es ética y qué es moral? ¿Sirve de algo en este país ser ético? Los hechos y la realidad diaria muestran que no, y así caemos, en el relativismo…

Ante la reflexión presentada en nuestra entrega anterior, nos preguntamos una vez más, ¿qué es ética y qué es moral? ¿Sirve de algo en este país ser ético? Los hechos y la realidad diaria muestran que no, y así caemos, en el relativismo y sus consecuencias, que es lo que se observa en el comportamiento de los que ostentan un puesto público, obviamente con las excepciones honorables que existen.

En el contexto filosófico, la ética está relacionada con el estudio fundamentado de los valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad, mientras que la moral son las costumbres, normas, tabúes y convenios establecidos por cada sociedad.

En términos prácticos, el propósito de la ética y la moral es muy similar. Ambas son responsables de la construcción de la base que guiará la conducta del individuo, determinando su carácter, su manera de accionar, sus virtudes y su manera de desarrollar sus responsabilidades frente a la sociedad, su familia y frente a sí mismo.  En sentido general, la diferencia entre ética y moral estriba en que la primera es un estudio filosófico y científico, mientras que la moral es puramente práctica, es decir, la ética habla desde la razón y la reflexión filosófica, y la moral se refiere a los actos que realizamos en el diario vivir. 

 Conforme lo afirma Tabuenca (2014), filósofa española, la moral trata de una serie de principios, valores o normas que son los que rigen nuestro comportamiento. La moral es la que determina nuestras acciones y la que nos marca los límites que no debemos pasar. Por eso, a la moral también se le conoce como  “tener principios”, precisamente, porque se refiere a ese cuadro de normas propias. Según ella, y ya desde el punto de vista sociológico, la moral también puede determinar la cultura y la forma de vivir de una sociedad.

 Esto nos hace pensar que nuestra sociedad está enferma, pues vive al margen de todo tipo de respeto por los valores morales, más bien se ha llegado a “premiar” los antivalores mostrados por muchos funcionarios públicos. En un país que se precie de democrático e institucional, estarían presos, para dar ejemplo. l

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