Un estado devastado (1 de 3)

Verba volant, scripta manent, exempla trahunt (Las palabras se la lleva el viento, lo escrito permanece, pero el ejemplo convence). Frase latina Conforme a los parámetros formales aquí tenemos un Estado “funcional”,…

Verba volant, scripta manent, exempla trahunt (Las palabras se la lleva el viento, lo escrito permanece, pero el ejemplo convence).
Frase latina

Conforme a los parámetros formales aquí tenemos un Estado “funcional”, con funcionarios respetuosos de la ley, la moral y las buenas costumbres e incluso éticos, todo ello si nos apegamos a lo que está establecido de manera formal. En los últimos años, nuestro país ha vivido una serie de sucesos que han convulsionado las más profundas raíces morales y éticas de nuestra sociedad, de suerte que parece haber una complicidad colectiva ante el dolo, el desfalco y el descaro frente al manejo de la cosa pública, al extremo de que los políticos y funcionarios de los gobiernos han creído que el país es una finca propiedad privada de ellos y que todos nosotros, que tributamos, somos ciegos a los que pueden manejar a su antojo, porque para eso es que se alcanza el poder.

Resulta desconcertante, cómo el despilfarro se hace presente en los funcionarios que sin ningún miramiento se aumentan los salarios cada vez que así lo consideran, pero no ven cómo nosotros los ciudadano vivimos asfixiados con la carga impositiva, la carestía de la vida y la desesperanza, porque no vemos cómo mejorar nuestra existencia, mientras ellos solo saben “sabotear” la conciencia del pueblo ignorante (que es mayoría) con demagogia y política clientelar, para crear dependencia eterna de una “ buena gestión”, la cual alardean en los discursos vacíos que suelen pregonar en momentos específicos.

Las raíces de nuestros males las conocen muy bien, y saben lo que hay que hacer, pero no les interesa, es más fácil manejar “una población dependiente de favores políticos, que a ciudadanos/as conocedores de sus derechos y deberes, que exijan el cumplimiento de la ley y la institucionalidad”. Los escándalos de corrupción, impunidad y componendas en la administración pública son el pan nuestro de cada día. Basta leer la prensa diaria para darse cuenta de la degeneración moral del proceso en que hemos caído como sociedad. Lo peor del caso es que los autores de esta escala de descomposición moral, son vistos como personas o funcionarios “honorables”.

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