Guillermo Caram: «Quiero volver a la función pública»

Guillermo Caram es recordado como uno de los más prominentes miembros del equipo económico en los gobiernos de Joaquín Balaguer, sobre todo en la segunda etapa. Contradictoriamente, en la vida pública, llegó a ser considerado el “vocero”…

Guillermo Caram es recordado como uno de los más prominentes miembros del equipo económico en los gobiernos de Joaquín Balaguer, sobre todo en la segunda etapa. Contradictoriamente, en la vida pública, llegó a ser considerado el “vocero” de la Presidencia, pero en lo personal, siempre fue callado, introvertido.

Algo no muy favorable para un político, pero que en su momento, como funcionario, también le benefició.

De niño, fue muy apegado a su hermano Roberto Alejandro, al punto que recibió clases avanzadas para poder coincidir con él en el mismo grado escolar.

Su agilidad para las matemáticas le hizo más fácil las carreras universitaria que eligió, y su vocación por la socio política lo llevó a participar en la política para tratar de fraguar un futuro más promisorio para sus compatriotas; algo por lo que, dice, seguirá luchando hasta el final.

1. Uñas llenas de tierra…
Nací en San pedro de Macorís. Mis padres se llamaban Pedro Caram y Altagracia Herrera de Caram. Mis padres tuvieron tres hijos, Roberto, Magaly y yo. Mis abuelos eran libaneses palestinos, que emigraron a principios del siglo pasado. Mis padres eran comerciantes, vinieron al país traídos por parientes, administraron ingenios azucareros. Mi padre trabajaba en bodegas de esos ingenios y en medio de esa educación de uñas llenas de tierra y de manos ásperas, nací y me desarrollé.

2. Antes de tiempo
Nací en unas circunstancias muy particulares. Mi hermano, Roberto Alejandro, estaba padeciendo de meningitis y mis padres siempre tuvieron una atención especial con él y me inculcaron la atención y el apego hacía él. Él requirió de una tutoría especial, de un maestro especializado… y yo, por estar apegado a él, aprendí antes de tiempo. Cuando yo nací, él tenía dos años. Esa adversidad me favoreció, porque la enseñanza particular que él recibía yo la fui asimilando y cuando entré a la escuela, ya estaba alfabetizado. Cuando terminamos el ciclo de la profesora Camila Ramírez, mi hermano terminó la primaria y yo me quedaba llorando cuando estaba sin él, y para poder estar juntos me dieron clases especiales de gramática, para que iniciáramos juntos, formalmente, la primaria, la intermedia y la secundaria. Mi hermano era médico. Falleció hace 16 años.

3. Sometido a la dictadura
Mi infancia y adolescencia fueron muy agradables, pero sometidas a la dictadura y al temor de mis padres y abuelos, porque antes se emitían permisos de migración, cada año, y cuando alguien era desafecto a Trujillo le impedían a los padres y abuelos el permiso de migración. En mi caso, a mi abuelo. Pero en general, mi infancia fue muy feliz, estimulada por el ejemplo de trabajo de mis padres. Mis vacaciones me las pasaba trabajando en la finca de mi abuelo. Teníamos ganado y frutos. Eran comerciantes de una empresa que se llamaba Caram Hermanos, que todavía existe, porque mis hermanos y yo la heredamos y mis sobrinos también la heredaron.

4. La carrera del saber
Nací y me eduqué en San pedro de Macorís, en la escuela pública, salvo en los primeros años de la educación primaria. De primero a cuarto, fui a una escuelita de aquellos tiempos, en donde tú llevabas tu sillita al hombro y tenías que regresarla. Después de ahí, toda mi educación fue en escuelas públicas, en el Liceo Secundario José Joaquín Pérez, y luego en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Siempre he dicho que no tuve infancia. Siempre fui el menor de mi grupo. Era al que le daban los cocotazos, al que nunca lo dejaban jugar en los partidos de pelota, o de baloncesto, porque siempre fui el más pequeño. Como no me dejaban jugar pelota, yo jugaba solo en el patio de mi casa, me pichaba y me bateaba. Es decir, que yo ganaba y perdía. Eso me desarrolló una especie de introversión, que luego me ha servido, porque me ha conducido a ser analítico, reflexivo, investigador. A los 15 años ya me había graduado de bachiller e ingresé a la universidad. Recuerdo que en ese tiempo no era permitido ingresar menor de edad a la universidad. Era la dictadura de Trujillo y cada curso tenía su edad. Mi padre tuvo que venir a hablar con el rector de la universidad de ese entonces, Virgilio Díaz Grullón, que era amigo íntimo de mi padre, para que pudieran admitirme. Nunca fui un estudiante de primer orden, quizás por la timidez. Nunca tuve una vida social muy intensa en término de fiestas y bailes.

5. Inquietudes
Desde mediados del bachillerato, mis inquietudes comenzaron a fomentarse por medio de la iglesia católica y movimientos estudiantiles que teníamos un tanto encubiertos, amparados en la sombrilla de algunos sacerdotes jesuitas, que estaban en la dictadura bajo el estudio de la doctrina social de la iglesia. Ahí comenzamos a conformar grupos religiosos y socio-religiosos, porque no se podía ser muy notorio en las características políticas de los grupos. Después del tiranicidio, vino el llamamiento que hicieron tres prohombres del socialcristianismo dominicano, que fueron Alfonso Moreno Martínez, Mario Read Vittini y Guido D´Alessandro, para formar el partido Revolucionario Social Cristiano, del machete verde. Ese partido se formó en la casa de Guido D´Alessandro, un 29 de noviembre del año 1961. A esa reunión asistimos, todos los movimientos que al amparo y la protección de la Iglesia católica habíamos estado reuniéndonos. Ya estaba infectado con la vena social política.

6. Después de la dictadura
Luego de que cayera la dictadura, el país fue objeto de múltiples invitaciones para becas. Primero, conseguí trabajo en la Oficina Nacional de Planificación. Previamente, un grupo de profesionales, habíamos formado la Asociación Dominicana de Planificación. Después de la dictadura se produjo la explosión de formación de gremios de organizaciones profesionales. Mientras trabajaba ahí, llegó una beca, recuerdo que el ingeniero Eugenio Pérez Montás se paró y dijo: “Aquí hay una beca a Perú, ¿quién la quiere? Yo levanté la mano y dije: “Yo”. Me fui a Perú con la beca y con mi sueldo como único ingreso. En esa maestría de planificación había dos asignaturas de Economía. Terminé la maestría en el año 64 y volví a la Oficina de Planificación, ya con más rango. Después de eso, viene la Revolución, y luego de finalizada el país vuelve a ser objeto de mucha asistencia técnica financiera internacional por parte de diferentes organismos internacionales. En eso se formó en la Oficina de Planificación un grupo de contraparte, compuesto por tres personas, entre las cuales estaba yo y los ingenieros Hamlet Hermann y Mariano Fiallo. Ahí comienzo a abandonar un poco la ingeniería y a incursionar más en la economía.

7. Las elecciones del 66
En las elecciones del 66, el Partido Social Cristiano había apoyado a Bosch, pero ganó Balaguer. En eso, a la Oficina de Planificación llegaron nuevos funcionarios; entonces, esos funcionarios deciden elegir un subdirector que formara parte del personal. Se realizó una encuesta y yo salí escogido. El entonces secretario técnico, Sánchez y Sánchez, fue quien me propuso a Balaguer, como subdirector de Planificación. Balaguer le preguntó que quién era yo. Entonces, él le contestó que yo era un profesional, dirigente social- cristiano. La respuesta de Balaguer fue: “Ah, sí es social cristiano, está bien”. Ahí comienza una aproximación personal con Balaguer y una pieza importante en el engranaje, entre el Partido Social Cristiano y el Partido Reformista, que terminó con la fusión de ambas organizaciones y con nuestra incorporación al Gobierno, en el año 1986.

8. Funcionario
En el Gobierno tuve dos grandes experiencias, en el primer gobierno del 66 al 70 y del 86 al 90. En la primera, nuestra participación fue predominantemente técnica. Fui muy creativo y atrevido. Se me ocurrió preparar un programa de inversiones públicas en el año 67. Se decía que Balaguer no quería saber de la planificación, que él era una persona que todas sus cosas las tenía en la cabeza, pero yo me arriesgué, habíamos preparado un documento que se llamaba Plataforma para el Desarrollo Económico y Social del País, a largo plazo. Pero contrario a todas las predicciones, el Presidente Balaguer emitió un decreto, en su segundo gobierno, sobre el plan de desarrollo 70-74, acogiéndolo, no aprobándolo. Yo me conformaba con que lo acogiera como base de discusión, y lo logré. Entonces llegaron las elecciones del 86, ya el Partido Social Cristiano se había fusionado con el Partido Reformista, ganamos y fui nombrado secretario Técnico de la Presidencia, después secretario de Finanzas y Gobernador del Banco Central.

9. Balaguer y Fidel
El primer contacto entre Balaguer y Fidel Castro tuvo lugar en la toma de posesión de Carlos Andrés Pérez, en Venezuela. Como yo había visitado a Fidel, fui yo quien lo fue a buscar a su habitación, después de un forcejeo, porque Balaguer quería ir él a la habitación de Fidel, porque estaban en el mismo hotel, pero en dos alas diferentes. Entonces, pasó la juramentación, y yo fui y le dije: “Presidente, el comandante Fidel Castro está aquí y cuando yo fui a Cuba él me manifestó deseos de conocerlo, ¿usted está dispuesto?”. Me dijo: “Si, cómo no”. Entre un ala y otra, había como medio kilómetro. Entonces, yo voy donde Fidel, él estaba en ese momento con Felipe González y le transmito lo que hablé con Balaguer y él dice: “Yo voy para allá”. El seguridad le manifestó a Fidel que Balaguer iría a su habitación; y Fidel, que admiraba a Balaguer, tanto, que durante nuestra conversación en Cuba comenzó a hacerme preguntas de su vida personal… que qué comía, que si era verdad que trabajaba hasta la medianoche, hasta que tuve que decirle, en un momento: “Comandante, excúseme, yo no soy de la intimidad personal del Presidente Balaguer”, entonces dijo que era imposible que Balaguer fuera caminando hasta allá. Hasta que por fin se reunieron, y a partir de ese momento, iniciaron una amistad personal.

10. La vida familiar
La muerte de papá es lo más triste que he vivido. Él fue el primero que murió, y dicen que después del primero los demás duelen menos. Después murió mi mamá y luego mi hermano. En sentido general, la vida me ha gratificado mucho. Dios me ha dado mucho. No me gusta mucho hablar de mi vida familiar. Soy casado, tengo hembras nada más, y siete nietos.

Dentro y fuera del gobierno

“De ya no estar en una posición pública, lo que más he disfrutado es la libertad de poder analizar lo que creo que debe hacerse, estudiar, tener más tiempo libre y realizar más lecturas; porque, como quiera que sea, cuando uno está formando parte del gobierno, de un grupo o proyecto político, uno tiene que supeditarse al interés de ese colectivo, y más con un presidente como Balaguer. Estando fuera del gobierno tienes más libertad de proponer lo que entiendes es necesario para el país. Lo que más extraño es no poder hacer más, y no te oculto que me gustaría volver al ejercicio de las funciones públicas, porque creo que puedo aportar mucho, pero lamentablemente, en todos los proyectos políticos dentro del PRSC que me he involucrado no han tenido resultados. Después, he apoyado a Hipólito Mejía y a Luis Abinader, pero seguiré intentando. Mientras Dios me dé vida y salud, seguiré activo. Mi gran debilidad es que no tengo vacación, interés, ni habilidad para la praxis político-partidista contemporánea. Mi gran satisfacción es haber llegado donde he llegado, y tener las manos limpias”.

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