Michellet Bachelet 46%; Evelyn Matthei 25%. Sin sorpresas, con una participación más baja de lo esperado y con el destino de Chile sellado por los próximos cuatro años, se cerró la jornada electoral que elige al nuevo presidente, la totalidad de la Cámara de Diputados y 20 de los 38 asientos para el Senado.
El domingo decisivo
Una hora después del cierre oficial de las primeras mesas, el triunfo de Bachelet estaba confirmado, aún cuando su retorno a La Moneda deberá hacerlo oficial en un balotaje cuyo resultado está más anunciado que el de la primera vuelta.
Las palabras de los distintos comandos permitía presagiar lo inevitable: su aspiración era pasar a segunda vuelta y alargar la agonía. Nunca nadie habló de vencer, porque esa posibilidad se la había llevado Bachelet desde que pisó suelo chileno en marzo de este año, con la victoria en el bolsillo y su segunda oportunidad como Jefa de Estado.
Michelle Bachelet nunca tuvo un contrincante de peso. El hasta ahora oficialismo tuvo un accidentado proceso interno que incluyó la baja de Laurecen Golborne, exministro que comandó el rescate de los 33 mineros, luego de descubrirse unas cuentas bancarias secretas en unas islas del Caribe. Luego fue el turno de Pablo Longueira, quien se proclamó candidato único de la derecha tras derrotar a Andrés Allamand en las primarias, para un mes después anunciar su renuncia por una severa depresión.
Como tercera y última opción, apareció la exministra Evelyn Matthei, cuyo principal atractivo era ser hija de un general muy amigo del padre de Michelle Bachelet. Este último, torturado hasta la muerte por el régimen de Pinochet del cual formó parte activa y protagónica el progenitor de Matthei.
Del resto de los candidatos, nueve en total, aparecieron como puntos destacables el empresario Franco Parisi y Marcel Claude, el primero de ellos, con una respetable campaña que lo llevó incluso a disputarle el segundo lugar a Evelyn Matthei en las encuestas, pero muy golpeado tras una acusación sobre facturas millonarias impagas en los colegios que su familia administra.
Otra historia es Marco Enriquez-Ominami, más conocido como “MEO”. Dejó de ser el outsider de la contienda de 2010, y llegó con el desgaste propio de aparecer en dos carreras presidenciales consecutivas, con poco que mostrar en 2013, una elección con más lecciones que buenos resultados para él, aun cuando obtuvo el nada despreciable tercer lugar.
Para la anécdota queda la toma del comando de Bachelet por parte de estudiantes, dando muestras de su descontento y con el mensaje de que una vez instalada en el poder, la candidata de la “Nueva Mayoría” no la tendrá fácil.
El Balotaje
Aunque en el discurso se dice lo contrario, en los ambientes capitalinos de la política se movía la intención de cerrar todo en primera vuelta.
La segunda parte de la historia no luce nada favorable para el oficialismo, que teme ser “aplastado” por Michelle Bachelet, ahora sola contra Evelyn Matthei, candidata que nunca pudo afirmarse ni en las encuestas ni mucho menos en el conglomerado más conservador de Chile, toda vez que dicho electorado representaba alrededor de un 40% del total de votos. Matthei logró el 25%.
En diciembre próximo se decidirá quién va a La Moneda. La expresidenta Bachelet tiene todas las de ganar, y a menos que ocurra un desenlace inesperado, “La Nueva Mayoría” sera oficial, el Partido Comunista será partícipe de un Gobierno nuevamente, y se verá el verdadero alcance de las principales reformas que Bachelet Jeria ha prometido: educación, tributaria y constitucional.
