La musicóloga Rossy Díaz dijo que no entiende a los “puristas” que reclaman mejorar las líricas en los merengues de calle, cuando la música popular es refranera e informal.
Rossy explicó durante el lanzamiento de su libro Rumbas barriales: aproximaciones al análisis del merengue de calle que generalmente las letras de esos merengues reflejan “la tremenda y cruda realidad social de mal educación, promiscuidad y violencia, que se vive en los barrios”. Señaló que mientras hacía investigaciones para su tesis de grado, encontró que las “rumbas barriales era lo más creativo”, lo que dio un giro a su investigación sobre las “fusiones del merengue de finales de siglo” más interesantes en la ciudad.
Tiempo del “performance”
La investigadora estaba buscando otros puntos de su tema, pero dio al traste con que el “merengue de calle” era más creativo, aunque “no necesariamente lo más elaborado musicalmente, pero sociológicamente más retador”. El libro Rumbas barriales tuvo una puesta en circulación diferente matizada con un performance, ritmos de mambo, gagá urbano y Alí Babá, que se llevó a cabo en el colmado “El que se fue y volvió”, ubicado en la calle 16 de Agosto con esquina Imbert, del barrio San Carlos. La producción estuvo a cargo de El Salón Grupo Curatorial y el Teatro Popular Danzante.
La obra tiene tres capítulos, el primero ubicará como veía el Mundo el merengue, hasta la irrupción del “merengue de calle”, el siguiente lo trata desde un punto de vista musical, su relación, similitudes con el merengue y el tercer capítulo es un todo, que explica las rumbas barriales que están en la Diáspora, en Santiago-donde hay un típico urbano- el gagá de los campos y cita quiénes son los íconos del ritmo, pasando desde Coco Band, Proyecto Uno, Ilegales, Moreno Negrón, Omega y todos los demás merengueros.
El “mambo” en este nuevo estilo musical
La escritora explicó que el término “mambo” se comenzó a utilizar cuando surgió el grupo Moreno Negrón que se hacían denominar como “mamberos” y que de hecho Omega se identifica como tal.
“Por lo menos el merengue de calle, tiene un apellido” en una industria del merengue que creció desorganizada y rápido. El libro tiene prólogo de Roldán Mármol.
