“Creí que no volvería a ver a mi hermano”

Al llegar a las oficinas Pelegrín Castillo y Asociados, lo más sorprendente es la sencillez del mobiliario. En el primer piso, una amable recepcionista da la bienvenida a los visitantes, y los invita a pasar.

Al llegar a las oficinas Pelegrín Castillo y Asociados, lo más sorprendente es la sencillez del mobiliario. En el primer piso, una amable recepcionista da la bienvenida a los visitantes, y los invita a pasar.

Las escaleras conducen hasta el segundo nivel, donde se encuentra el despacho de Vinicio Castillo, un espacio pequeño, con algunos cuadros en la pared, en su mayoría fotografías de familiares. En el lugar se imponen el orden y la modestia.

Con gran entusiasmo, Vinicito comienza a extraer de su memoria recuerdos alegres, difíciles, jocosos y algunos muy tristes. En sus memorias no faltan los castigos, los regaños, una soberana nalgada cuando tenía cinco años.

En esta conversación, la alegría estuvo presente al remembrar varios episodios, como los viajes en familia, las travesuras junto a sus hermanos, los regaños de su padre, la llegada del amor y su boda con Bianca Sánchez,  en el ‘‘fundo familiar’’ (así llaman la finca de San Francisco de Macorís), pero también la tristeza, al recordar el momento en que se despidió de su hermano Juárez, antes de ser intervenido quirúrgicamente, ‘‘sentí miedo, pensé que no lo volvería a ver con vida’’, recuerda reflexivo. El tono de su voz comienza a cambiar y dos lágrimas hacen asomo en sus ojos, suspira profundo, hace una pausa y agrega: ‘‘la operación duró 14 horas y ese mismo tiempo estuvimos rezando por su salud’’.  Lo más sorprendente para él fue que su hermano era el que le aseguraba que todo saldría bien, y así fue.

El derecho: una herencia familiar

Un oficio que va de una generación a otra

Desde muy temprana edad supe que sería abogado, no sólo porque mi abuelo y mi padre lo fueran, sino porque la vida y el accionar de Marino Vinicio Castillo, mi padre, han sido motivos de ejemplo y orgullo para nuestra familia. Admiro profundamente a mi padre y los roles que ha desempeñado en pro de los que considera los mejores intereses del país. Es un hombre de una valentía excepcional.

1.- Mi infancia
Un aprendizaje

Recuerdo cuando acompañaba a mi padre a los tribunales, donde él llevaba algunos procesos penales y, sobre todo, cuando le tocó jugar un rol protagónico en la Reforma Agraria, un proyecto de justicia social para  beneficiar a los campesinos. Desde entonces me enamoré de la profesión de abogado.

2.- Una familia unida
Base de nuestra formación

Mi madre es hija de padre y madre palestinos y creo que de ahí heredó ese sentido de unidad familiar que nos transmitió y con el cual nos educó a mí y mis hermanos. En nuestra familia tenemos muchos valores y nos queremos profundamente. El amor ha sido la base de nuestras vidas.

3.- Samaná
Un lugar inolvidable

Nunca olvidaré los  viajes que, en  familia, realizábamos todos los fines de semana a Samaná, nos íbamos por carretera, y si era hermosa la estadía allá, mucho más lo era el trayecto que recorríamos todos juntos por la carretera, admirando la belleza del paisaje. Fue una linda época.

4.- Un castigo fuerte
10 días en pijama

Al pasar al bachillerato, se me quedaron dos materias para junio y cuando mi papá vio eso, me castigó ordenando que yo tenía que estar en pijamas hasta que me examinara. Me salvé porque a los diez días tenía que hacer la Primera Comunión y por eso me pude quitar el pijama.

5.- Crucé la calle solo
¡Pero mi papá me vió!

Mientras vida tenga, nunca olvidaré la nalgada que me dio mi papá, cuando un día, yo como con cinco años de edad, crucé sin una persona adulta la calle Benigno Filomeno Rojas. Lo más lejos que yo tenía era que, en ese momento, mi papá iba llegando a casa y me sorprendió.

6.- una factura muy alta
Un adiós al frío

A nosotros nos encantaba estar con el aire acondicionado todo el día encendido y esto incrementaba la facturación eléctrica, hasta que un día nos pasamos y cuando mi papá vio ese recibo, mandó a quitar los aires y los cambió por abanicos.

7.- Acusador de Pelegrín
El más travieso

Recuerdo que me volví un acusador de Pelegrín. Le contaba a mi papá de sus peleas a la salida del colegio de La Salle y para colmo se le quedaron dos materias para agosto. (Risas)  Ese sí que se pasó muchos días en pijama, y fíjate hoy  en día es el más aplicado de todos.

8.- Mi adolescencia
Tiempo de preocupación

En ese entonces mi papá comenzaba a alertar al país sobre los peligros del narcotráfico y de las consecuencias que éste traería al país. En ese entonces temí por su vida, pero él me hizo entender que cuando las causas son justas Dios nos ofrece soporte y protección.

9.- Mi matrimonio
Tiempo para el amor

Nunca olvidaré el día de mi boda con Bianca, no sólo por lo que representa para mí este hecho, sino porque fue en la finca de mi padre en San Francisco de Macorís, en la misma iglesia donde, muchos años antes, se casaron mis abuelos paternos.

10.- Una prueba de vida
La operación de Juárez

Si una vez en mi vida de hombre sentí miedo, fue el día que iban a operar a Juárez, en Massachusetts, cuando nos despedimos antes de entrar en el quirófano, creí que no lo volvería ver…( una pausa y las lágrimas se asoman a sus ojos) gracias a Dios todo salió bien.

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